Mediante el ajuste de ciertos elementos químicos utilizados durante el proceso de crecimiento, controlamos con precisión las propiedades físicas y mecánicas del material vegetal resultante, como su rigidez y densidad, describieron en el texto.
Evidenciaron que, al emplear técnicas de bioimpresión 3D, es posible cultivar material vegetal en tamaños y formas que no se encuentran en la naturaleza y no se pueden elaborar fácilmente con métodos agrícolas tradicionales. Ello reduce la cantidad de energía y desperdicio, además tiene potencial para expandirse y desarrollar estructuras tridimensionales, explicó la autora principal Ashley Beckwith, recién graduada de doctorado.
Aunque todavía está en sus inicios, el estudio indicó que los materiales vegetales cultivados en laboratorio se pueden ajustar para que tengan características específicas, lo que permitiría, por ejemplo, tablas de madera con una alta resistencia como para soportar las paredes de una casa, acotaron.
“Este trabajo demostró el poder que una tecnología en la interfaz entre la ingeniería y la biología puede aportar a un desafío ambiental, al aprovechar los avances ejecutados originalmente para aplicaciones de atención médica”, declaró Luis Fernando Velásquez-García, catedrático de los Laboratorios de Microsistemas del MIT.
Los cultivos celulares pueden sobrevivir y continuar creciendo durante meses después de la impresión, y el uso de un gel más espeso para producir estructuras de material vegetal superiores en grosor no afecta la tasa de supervivencia de las células cultivadas en laboratorio, abundó el texto.
Debido a la deforestación, el mundo pierde cada año alrededor de 10 millones de hectáreas de bosque, un área del tamaño de Islandia, lo cual conllevaría a su desaparición entre 100 y 200 años, según los estimados.
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