Para algunos pensadores ese flagelo tiene una estrecha relación con el concepto de globalización cultural, que técnicamente es la homogenización a nivel mundial de expresiones artísticas, valores y tradiciones en general.
Tal proceso es producto de la mayor interconexión entre los países y significa que las personas en todo el planeta comienzan a adoptar costumbres similares como resultado de la mayor difusión de información y del intercambio comercial.
Interviene también en este fenómeno las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, pues gracias a ellas es posible aprender sobre la cultura de prácticamente cualquier nación a través del Internet.
La globalización cultural permite la fusión de tradiciones, ya sea en el arte culinario, modas, música y hasta de modelos económicos.
Desde luego, todo fenómeno tiene su arista positiva, y una ventaja que destaca es la posibilidad que tienen las personas de aprender sobre las distintas idiosincrasias y comosvisiones del mundo.
Como contraparte, la globalización cultural puede tener como consecuencia la pérdida de ciertas costumbres locales, y que ciertas prácticas incluso ancestrales sean desplazadas por otras provenientes del extranjero.
Recientemente fue celebrado en Cuba el II Congreso Internacional Ciencia y Educación en esta capital, donde participaron más de mil delegados de 13 países, en modo presencial y virtual.
El intelectual Abel Prieto en su intervención insistió en que los profesores de Cuba y América Latina tienen el gran desafío de luchar contra el colonialismo cultural, el cual trata de anular la historia y la identidad de los pueblos.
“Todo el planeta es víctima de la globalización cultural”, subrayó Prieto, presidente de la Casa de las Américas.
Los grandes centros de poder imponen sus modelos, paradigmas y estilos de vida en un intento por borrar la historia de las naciones, comentó.
Debemos enfrentar ese fenómeno con urgencia, y no soy alarmista cuando se trata de algo tan tóxico, añadió.
No escuchamos estruendos de bombas, ni observamos un notable despliegue armamentístico, ni sentimos el daño de las armas químicas, pero el colonialismo cultural casi pasa inadvertido y muchos no tienen la plena consciencia de la necesidad de detener ese proceso, señaló el intelectual.
La globalización parece ingenua, viene disfrazada de modernismo y ahí está la trampa, alertó el presidente de Casa de las Américas.
Llamó la atención sobre el término surfear en la información, el cual consiste en ver lo superficial de una noticia, y no profundizar en ella, y esto unido a la pereza intelectual constituye una verdadera enfermedad.
Cualquier enigma del pensamiento es rechazado, y se apela a la peligrosa mezcla entre lo real y la mentira, de ahí la importancia que los profesores enseñen la historia de su país, la trayectoria de sus héroes y de este modo dar a conocer el lugar que ocupa esa nación en el contexto universal, acotó.
Los jóvenes tienen nuevos códigos para comunicarse y a través de los mismos hay que transmitirle el amor a su tierra, porque es inadmisible que conozcan de la vida de famosos cantantes o influencers, y desconozcan quien fue el mexicano Benito Juárez, el venezolano Simón Bolívar, el argentino José de San Martín y los cubanos José Martí y Fidel Castro.
Un elemento que podría contribuir en la batalla contra el colonialismo cultural es el uso de las redes sociales y las aplicaciones de los móviles, propuso Prieto.
Algo clave para poner freno a la locura anticultural sería actuar de forma coherente la escuela, las instituciones, los realizadores de televisión, los creadores de contenido en las redes, entre otros factores de la sociedad, aseveró.
El gran capital -en opinión de Prieto- tiene el poder de la industria de manipulación y desinformación a su servicio, uno empieza a comprender que en lo que sí el capitalismo ha triunfado, sin ninguna duda, ha sido en consolidar a escala planetaria su hegemonía cultural.
Es innegable su éxito en el campo de la conciencia y de la subjetividad, que mantiene hipnotizadas a sus propias víctimas, y pueden agrupar a los seres humanos en dos bandos, los triunfadores y los perdedores.
Los segundos sienten culpables de sus fracasos y agonías ,y siguen esperanzados en que, algún día, quién sabe cuándo, con mucho esfuerzo y mucha suerte, podrán quizás ingresar en el club de los primeros.
Prieto lamenta como sufren los jóvenes cuando ponen en sus vidas metas como la belleza, fama, poder y dinero, y de no alcanzar esos objetivos terminan en el consumo de ansiolíticos, drogas, y se les viene encima viene la frustración de los falsos valores.
Ante esta situación –asegura el presidente de la Casa de las Américas- la historia de los pueblos cobra hoy un mayor sentido, en medio de un mundo donde la diversión, el placer, la fragmentación, la amnesia, el culto al instante, se han convertido en pilares de la industria cultural hegemónica.
alb/joe
*El autor es reportero de la redacción de Ciencia y Técnica