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Trágico balance de desplazados internos en Sudán

La Habana (Prensa Latina) La violencia es el principal motivo de migraciones forzadas en el oeste de Sudán, especialmente en la región de Darfur, donde en junio se registró la cifra récord de 84 mil desplazados internos.

Por Julio Morejón

Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina

Medios de prensa y organizaciones de auxilio destacaron la cantidad de personas que abandonaron sus hogares en la primera mitad de 2022, tras indicar que el pasado año los desplazados internos (DI) ascendieron a 440 mil 500, lo cual superó en cinco veces la cifra de 2020.

Los ataques entre comunidades -principalmente las acciones por represalias- sobrepasaron la línea roja durante el semestre, mientras las organizaciones humanitarias consideran que la tendencia es al aumento de ciudadanos sudaneses que huyen masivamente de la violencia.

En la región de Darfur las tensiones se renovaron -luego de concluir la guerra (2003-2008) y de que el Gobierno y grupos guerrilleros acordaran la paz en 2020-, debido a la influencia que aún ejerce aquel conflicto en la conducta de las comunidades y cómo las fricciones por territorios y ganado afectan la convivencia.

Informes de ONU confirman el incremento de los flujos migratorios, que hace temer una crisis de desplazamiento similar a la de la contienda bélica, en la cual murieron 300 mil personas y 2,5 millones pasaron a ser migrantes, en tanto el gobierno del general Abdelfatah al Burhan no puede frenar los combates comunales.

La estrategia planteada en el plan de paz de 2020 contemplaba la desmovilización de los insurgentes, tanto de procedencia africana como árabe, entre estos últimos los yanyauid o jinetes armados (grupo paramilitar) que los expertos responsabilizan con la ejecución de crímenes de guerra y de lesa humanidad durante el conflicto concluido en 2008.

Tras esa desarticulación, parte de dichos efectivos pasarían a formar parte de las fuerzas de seguridad, las cuales garantizarían la tranquilidad en el occidente sudanés, pero la formación de ese contingente aún choca con obstáculos, entre otros los relacionados con el respaldo presupuestario.

El ministro de Finanzas, Jibril Ibrahim -líder del exgrupo rebelde Movimiento de Justicia en Igualdad (JEM)-, precisó lo difícil de recaudar dinero para implementar esa parte del acuerdo político, por lo que aún no se desplegó ampliamente una tropa para el mantenimiento de la paz.

VIOLENCIA EXTENDIDA

En junio ocurrieron choques entre facciones comunales en la localidad de Kulbus, en Darfur Occidental, en los que perecieron 125 residentes y 50 mil abandonaron sus hogares cuando milicias árabes atacaron aldeas de la tribu Gimir, según fuentes de los servicios asistenciales.

Will Carter, director en Sudán de la organización no gubernamental Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), afirmó: “Hasta ahora, nada impide que esto se convierta en una nueva emergencia de desplazamiento a gran escala”, lo cual empeoraría la muy compleja situación humanitaria.

No solo Darfur -tierra de los Fur- fue escenario de violencia, pues también hubo combates en Kordofán del Sur, donde en junio los choques entre las tribus Hawazma y Kenana en Abu Jubayhah causaron 19 muertos, desplazaron a 15 mil 150 personas y destruyeron alrededor de cuatro mil viviendas.

El gobierno de transición y la élite militar no proporcionan la protección adecuada después de que las fuerzas de paz internacionales se retiraron en 2021, ni abordan las causas de los conflictos, entre las que sobresalen disputas por tierras y otros recursos elementales para la subsistencia, critican grupos humanitarios.

Sin embargo, medios de prensa difundieron que el general Mohamed Hamdan Dagalo, jefe adjunto del Consejo Soberano -máximo órgano de poder-, recorrió Darfur Occidental, donde demandó el fin de los combates y prometió donar a la región instalaciones sanitarias y escolares.

La violencia continúa obstaculizando el intento de estabilizar al país, sumido en tensiones, las cuales primeramente impulsaron al derrocamiento de Omar Hassan al Bashir en 2019 y posteriormente a otro golpe de Estado, que estancó la prometida transición política planteada precisamente por los militares.

Es así como la suma de problemas crea situaciones difíciles para los desplazados internos sudaneses, una gran parte de ellos huyeron de la guerra civil y temen retornar ahora por las luchas entre comunidades.

POSICIÓN GUBERNAMENTAL

La visita de Hamdan Dagalo a El Geneina, capital de Darfur Occidental, cuando se firmó un pacto conciliatorio entre las tribus Rezeigat y Misseriya, evidenció el interés de promover la distensión que de lograrse permitiría ganar estabilidad social y enfocarse en resolver otros problemas nacionales.

El jefe adjunto del Consejo Soberano declaró que las contradicciones en la región darfurí deben resolverse en forma pacífica.

Entretanto, en el oriente del país otros se unieron a la decisión de detener los enfrentamientos: los jefes de las comunidades Beni Amer y Sibarat suscribieron un acuerdo para frenar la violencia en sus territorios, donde tales choques causaron decenas de muertos y heridos.

“Albergamos la esperanza de que con el convenio suscrito vuelva la normalidad a las comunidades afectadas por los combates intercomunitarios», indicó un mensaje del gobierno en ese lugar, citado por Radio Dabanga.

Sin embargo, el gobernador de Darfur Occidental, Khamis Abdallah Abkar, manifestó que existen escasos motivos para el optimismo cuando los choques entre facciones son cada vez más sangrientos y generan mayores cifras de desplazados, y citó la violencia en zonas de Kereneik, que hasta el segundo trimestre dejó 201 muertos y 103 heridos.

Además, en gran parte de Sudán las protestas contra el golpe de Estado de octubre pasado crearon un ambiente de tensiones que con los problemas económicos y la presencia de grupos armados irregulares, extendieron la anarquía a zonas remotas, confirmaron organizaciones humanitarias al describir la situación de los DI.

A los desplazados internos les afectan muchas dificultades para sobrevivir como son falta de refugio seguro, inestabilidad alimentaria, ausencia de ayuda médica e incluso en muchas ocasiones la escasa solidaridad humana en zonas de acogida, lo cual suele causar fricciones y choques entre comunidades, y amplía el ciclo de violencia.

arb/to/mt

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