Etchecolatz, quien murió esta jornada a los 93 años, fue director de Investigaciones de la Policía Bonaerense y mano derecha del general Ramón Camps (1927-1994), también procesado por los horrores cometidos durante la última dictadura militar en este país (1976-1983).
Condenado por centenares de crímenes, murió el genocida y hasta el último día mantuvo el pacto de silencio. Se lleva la verdad sobre el destino de nuestros hijos y nietos, pero logramos justicia y memoria para sostener el Nunca Más, escribió la asociación en su perfil en la red social Twitter.
Etchecolatz fue responsable de delitos como el secuestro y asesinato de estudiantes de secundaria durante la Noche de los Lápices (16 de septiembre de 1976) en la ciudad de La Plata, y la desaparición del militante peronista y albañil Jorge Luis López (1929-2006), testigo en un juicio en su contra.
Tras conocer la noticia de su deceso, la integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Taty Almeida, declaró a medios locales que el represor falleció sin arrepentirse y sin decir nada sobre el paradero de López.
Fue, es y será un ser despreciable. Jamás descansará en paz, aseveró.
Es insólito que los genocidas condenados se estén muriendo sin decir qué hicieron con nuestros hijos. Sin embargo, la lucha continúa porque un pueblo sin memoria corre el peligro de volver a repetir la historia, añadió.
Por su parte, el secretario argentino de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, indicó que Etchecolatz se encontraba en una cárcel común por su responsabilidad en casi 20 causas relacionadas con delitos perpetrados dentro de la estructura represiva ilegal establecida en esta nación en aquellos años.
Murió sin mostrar compasión frente a las víctimas o sus familiares. Se llevó a la tumba la información sobre el destino de los cuerpos o de los niños apropiados, afirmó.
Durante la dictadura, fueron secuestradas, torturadas, desaparecidas y asesinadas más de 30 mil personas, crímenes condenados por numerosas organizaciones en Argentina y el mundo.
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