El mandatario, citado en la red social Telegram por su portavoz, Sherzod Asadov, afirmó que un grupo de radicales se ganó la confianza de ciudadanos con consignas falsas, lo que condujo al desacato de las órdenes de la autoridad, y provocaron el caos mientras intentaban apoderarse de edificios públicos en Nukus el 1 de julio.
Mirziyóyev precisó que al día siguiente estas personas continuaron sus acciones destructivas, trataron de provocar enfrentamientos con las fuerzas del orden, invadieron violentamente las áreas protegidas y lanzaron piedras y diversos objetos contra las edificaciones.
«Durante la marcha por la ciudad, varios grupos intentaron apoderarse de las sedes del Ministerio del Interior y la Guardia Nacional para obtener armas. Aprovechando su ventaja numérica, estas personas atacaron a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, golpeándolos brutalmente y causándoles lesiones graves”, argumentó el jefe de Estado.
La víspera el presidente uzbeko se reunió con legisladores de Karakalpakistán y prometió que el Gobierno central desistió de enmiendas constitucionales que habrían cancelado la soberanía del territorio y su derecho a separarse de Uzbekistán, razones que provocaron los disturbios.
A raíz de las protestas, el Parlamento uzbeko ratificó un decreto presidencial que declara el estado de emergencia en Karakalpakistán del 3 de julio al 2 de agosto para garantizar la seguridad de los ciudadanos, proteger sus derechos y libertades, restaurar la ley y el orden.
Karakalpakistan, con una población de alrededor de dos millones de personas y dos idiomas oficiales: karakalpako y uzbeko, está ubicada en el noroeste de Uzbekistán y es su región más grande, al ocupar aproximadamente el 40 por ciento de su territorio.
En la década de 1990 se firmó un acuerdo para que Karakalpakistán formara parte de la nación centro asiática como república soberana con derecho a secesión sobre la base de un referéndum.
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