Al rastrear el paradero de 30 de ellos, el estudio precisó que se alimentan principalmente en aguas costeras, montes submarinos y dorsales del Pacífico panameño, donde encuentran abundancia de peces pequeños y plancton, sus favoritos.
Los autores del artículo argumentaron también que esta especie Rhincodon typus nada hacia mar abierto en busca de comida, al norte y sur a lo largo de la costa, en zonas de México y Ecuador.
«Una vez que se identifican las áreas de agregación de alimentación y reproducción, se deben implementar algunas medidas de protección», expresó el ecólogo marino de Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, Héctor Guzmán.
Las expansiones de áreas marinas protegidas anunciadas recientemente en toda la región brindan una plataforma interesante para prácticas de conservación a gran escala, consideró el experto del centro estadounidense ubicado en Panamá.
Aunque utilizaban estas, los tiburones ballena pasaban días igualmente en zonas de pesca industrial y tráfico de embarcaciones, lo cual podría ponerlos en peligro, advirtió el texto.
Mostramos lo complejo que es resguardar la especie, cuyos ejemplares marcados estuvieron en 17 áreas en cinco países, pero más del 77 por ciento de su tiempo sin ninguna protección, señaló Catalina Gómez, ecóloga marina de la Universidad de Panamá.
Para los tiburones ballena, de un comportamiento altamente migratorio y en peligro de extinción, las medidas de conservación deben ir más allá del establecimiento de zonas marinas protegidas locales, advirtieron los participantes.
Llamaron a centrar los esfuerzos en preservar grandes áreas oceánicas y establecer corredores que trasciendan las fronteras nacionales.
Ejemplificaron con el Área Marina Protegida Cordillera de Coiba en Panamá, recientemente ampliada, el Corredor de Conservación Marina del Pacífico Oriental Tropical que conecta a Coiba con las islas Cocos de Costa Rica, las Galápagos en Ecuador y la Malpelo en Colombia.
El seguimiento satelital reveló además un patrón migratorio del tiburón ballena que parece estar asociado con corrientes oceánicas circulares llamadas remolinos.
Este animal marino, por lo general solitario, puede llegar a pesar más de 34 toneladas y sobresale por su tamaño, ya que alcanza hasta 12 metros.
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