Ya sea en el Consejo de Seguridad, en la Asamblea General o en otras instancias de la ONU, Washington no tiene reparos en pasarle por encima a las resoluciones adoptadas en esos órganos, declaró a Escáner el diplomático boliviano Sacha Llorenti.
El secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) se desempeñó durante varios años como representante permanente de Bolivia ante Naciones Unidas y denunció en no pocas ocasiones esa política norteamericana.
Según destacó Sacha, Estados Unidos no tiene ninguna autoridad moral para hablar ni de democracia ni de derechos humanos ni de multilateralismo: independientemente de qué tipo de administración sea, demócrata o republicana, tienen el mismo objetivo.
Tal fin es el debilitamiento y la instrumentalización del sistema multilateral, el irrespeto a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y el debilitamiento también del derecho internacional, detalló.
Cuando el Consejo de Seguridad no está de acuerdo con los designios y la política de Estados Unidos, entonces Washington obvia a ese organismo, subrayó.
Unas veces lo utiliza para sus intereses, pero no tiene ningún problema en tomar acciones que van, incluso, en contra de resoluciones del propio Consejo de Seguridad, indicó el secretario ejecutivo del ALBA-TCP.
Estados Unidos, larga historia de imposiciones en la ONU
Hay muchos ejemplos de ello, agregó, entre ellos, la designación unilateral de Jerusalén como capital de Israel, que hizo Washington violando numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU.
De hecho, Palestina, Siria, Libia, Yemen y Ucrania, por solo mencionar algunos países, han sido objeto de la presión que despliega Estados Unidos en el organismo multilateral al tratar de imponer su agenda intervencionista o de cambio de régimen.
DECLIVE DE SU INFLUENCIA
Pero, a juicio del investigador Jorge Casals, profesor titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) de Cuba, Estados Unidos pierde cada vez más poder para imponer su visión en organismos internacionales como la ONU, aunque mantenga su poder de veto en instancias como el Consejo de Seguridad.
En ese sentido, explicó a Escáner que un reciente tuit del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Zhao Lijian, dice mucho de lo que fue y nadie olvida.
De acuerdo con el vocero de la cancillería china, Estados Unidos se convirtió en un imperio de mentiras y para apoyarlo, muestra imágenes de diferentes funcionarios norteamericanos en varios años, cuando intentaban justificar invasiones como la de Iraq, Libia o Siria.
El escenario que más se repetía en esas imágenes era el del Consejo de Seguridad de la ONU, a donde llegaron en su momento altos representantes estadounidenses para justificar las agresiones de Washington.
Ante el Consejo de Seguridad, se presentó en 2003 el antiguo secretario de Estado Colin Powell para ofrecer alegadas pruebas -que luego se demostró eran falsas- sobre la necesidad de invadir Iraq.
Ese mismo salón escuchó en 2011 a la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton hablar sobre Libia y una supuesta venta de armas a los grupos terroristas Daesh y Al-Qaeda.
Hasta la fecha, esa nación petrolera vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y Reino Unido.
En 2018, la antigua representante permanente de Washington ante Naciones Unidas, Nikki Haley, intentó justificar la presencia ilegal de tropas de su país en territorio sirio y lanzó acusaciones infundadas sobre el Gobierno de Damasco, un libreto que repitió una y otra vez.
Hace más de 10 años estalló el conflicto en ese país levantino, en buena medida como resultado del interés de Occidente y sus aliados regionales de imponer un cambio de régimen y derrocar al presidente Bashar Al Assad.
Mientras Estados Unidos, Francia y Reino Unido aún señalan al Gobierno sirio como responsable de supuestas agresiones contra civiles, Damasco reitera sus denuncias de que esas potencias ofrecen apoyo a organizaciones terroristas para generar inestabilidad.
Palestina es otro de los territorios afectados por la influencia de Washington en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Durante años, la representación norteamericana ha ejercido su derecho al veto para impedir la aprobación de resoluciones que señalan a Israel como responsable de violaciones cometidas contra ese pueblo árabe, exigen el cese de tales acciones y condenan la expansión de los colonos judíos.
Aunque los miembros del Consejo de Seguridad y la mayor parte de la comunidad internacional apoyan la solución de dos Estados y rechazan la ocupación e intentos anexionistas de Tel Aviv, Washington continúa obstruyendo los esfuerzos diplomáticos al respecto.
Por otra parte, la representación estadounidense -en no pocas ocasiones- trata de incorporar a las discusiones del Consejo de Seguridad, asuntos que no constituyen una amenaza para la paz y la seguridad, como fue el caso de Venezuela o Nicaragua.
PRESIÓN Y VETO
Estados Unidos es uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y por ello tiene derecho al veto, es decir, su voto en contra impide la aprobación de cualquier resolución en ese organismo.
Históricamente, la nación norteña empleó esa prerrogativa para frustrar la adopción de resoluciones que vayan en contra de sus intereses.
Además, es muy común que use su influencia para ejercer presión sobre otros integrantes con el fin de que apoyen y defiendan las posturas de Washington.
Esto no solo lo hace en el Consejo de Seguridad, también emplea la misma estrategia en instancias como la Asamblea General, por ejemplo, cuando se trata de proyectos de resoluciones como el presentado por Cuba que pide el fin del bloqueo de Estados Unidos y es apoyado de forma casi unánime.
Como denunció el canciller cubano, Bruno Rodríguez, Washington despliega acciones de presión y chantaje cuando se acerca ese momento en la Asamblea y lo hace con el fin de erosionar el patrón de votación, en especial, entre los países latinoamericanos.
Lejos de atender al reiterado llamado de la comunidad internacional, que durante más de dos décadas adoptó la resolución que pide el levantamiento del bloqueo, Estados Unidos continúa impulsando maniobras adicionales para dificultar la adopción de ese documento.
En el Consejo de Seguridad de la ONU, la representación norteña sí cuenta con bastante poderío para ajustar la situación a su favor y hace uso del veto según sea su conveniencia.
La posición de Washington en el Consejo de Seguridad y la presión que ejerce sobre otros miembros ha sido decisiva a la hora de que esa instancia aprobara resoluciones sobre temas como los conflictos en Palestina, Iraq, Yemen, Libia o Siria. También en lo referido al conflicto en Ucrania.
Tales acciones provocaron varias de las más grandes crisis en términos de seguridad y de condiciones humanitarias, así ocurrió -por ejemplo- tras la decisión norteña de invadir Iraq y de intervenir en Libia.
Este doble rasero pone en un gran peligro a todo el mundo, como advirtió el diplomático Sacha Llorenti en numerosas oportunidades ante el Consejo de Naciones Unidas mientras su país ocupó un puesto de miembro no permanente en ese organismo durante el periodo 2017-2018.
Durante esa etapa, denunció los actos unilaterales de algunos países como Estados Unidos, además del intervencionismo y las políticas de cambio de régimen que intentan impulsar junto a grandes potencias.
Asimismo, otras naciones como Cuba, Venezuela, Irán, la República Popular Democrática de Corea alertaron de las arbitrariedades de Estados Unidos como país sede del organismo multilateral, al negarle a esas delegaciones las condiciones básicas para su trabajo o entorpecer el acceso al visado.
Recientemente, el representante permanente alterno de Cuba ante la ONU, Yuri Gala, aseveró que la nación norteña no puede continuar utilizando impunemente esa condición para aplicar selectiva y arbitrariamente el Acuerdo de Sede en función de su agenda política.
Pero lo sigue haciendo, y medio en broma medio en serio, se escucha decir a no pocos que no sería una mala idea cambiar la sede principal de la ONU a otro país.
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