Con solo dos meses y medio para el final del actual año fiscal, las fuerzas armadas norteamericanas incorporaron la mitad de los 60 mil efectivos necesarios, manifestó el teniente coronel Randee Farrell, portavoz de la secretaria del Ejército Christine Wormuth.
Tenemos desafíos sin precedentes con un entorno y un mercado laboral posteriores a la Covid-19, pero también con la competencia de empresas privadas que cambiaron sus incentivos, comentó el vicejefe de personal del Ejército, Joseph Martin, citado por la agencia Associated Press.
Al ser interrogado esta semana en el subcomité de Servicios Armados de la Cámara Baja sobre si el Ejército tendrá que ajustar su estructura de fuerza para cumplir con las misiones de guerra y seguridad nacional Martin afirmó: “No necesitamos hacer eso de inmediato, pero si no detenemos el declive, eso podría ser una posibilidad en el futuro”.
Datos obtenidos por la cadena NBC News revelaron que un porcentaje bajo de jóvenes estadounidenses está dispuesto a servir en el ejército, por lo cual el Pentágono busca alternativas para completar las filas.
El secretario de Defensa, Lloyd Austin, y la subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, consideran que el déficit es un problema grave, dijeron a NBC funcionarios citados de forma anónima.
Muchos jóvenes son descalificados para ser reclutas por obesidad, uso de drogas o antecedentes penales.
El mes pasado, el Jefe de Estado Mayor del Ejército, general James McConville, testificó ante el Congreso y afirmó que solo el 23 por ciento de los estadounidenses de 17 a 24 años están calificados para unirse a las tropas, frente al 29 por ciento que en años anteriores eran aptos.
A eso se suma que solamente el nueve por ciento de los jóvenes estadounidenses elegibles tenían interés por ser militares, número más bajo desde 2007, según una encuesta interna del Departamento de Defensa obtenida por NBC.
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