Por Oscar Bravo Fong
Periodista de la Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina
Desde la asonada perpetrada por los uniformados, aumentó a 115 la cifra de manifestantes abatidos en medio de arremetidas por las fuerzas de seguridad, durante actos de protesta en que cientos de movilizados pedían el retorno de un Ejecutivo civil, según datos recientes de organizaciones cívicas.
El Comité de Médicos de Sudán denunció en un informe que en las movilizaciones, organizadas en Jartum, la capital del país, y territorios cercanos, los inconformes fueron duramente reprimidos con balas de goma, gases lacrimógenos y otros medios.
En el convulso Sudán, país del norte de África con una población superior a los 40 millones de habitantes, también los enfrentamientos entre comunidades cobraron auge en el sureño estado de Nilo Azul, fronterizo con Etiopía.
Dentro de esa demarcación, enfrentamientos entre los grupos étnicos hausa y birta dejaron saldo hasta la fecha de 105 muertos, una cifra superior a los 200 heridos y más de 17 mil desplazados, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.
Los incidentes tribales se desencadenaron en el territorio de Nilo Azul desde el 11 de julio, luego de que la agrupación hausa exigió a las autoridades que les concedieran el derecho a establecer un cacicazgo o emirato en dicha región, lo cual no aceptan los autóctonos birtas.
Sin descartar intereses políticos de algunas fuerzas, el conflicto entre ese ente étnico y los hausas tiene igualmente como trasfondo la lucha por el control de tierras fértiles y fuentes de agua para dedicarlas a la agricultura o a la cría de ganado.
Algunos expertos sostienen, por otra parte, que los hausas -los cuales forman parte de la influyente política y culturalmente etnia homónima en África Occidental-, en Sudán son vistos como extranjeros y sufren discriminación.
Con el afán de viajar y comerciar, numerosos hausas y sus familias, cuyos ancestros desde antaño practicaron el comercio, emigraron hacia el este y llegaron, de esa forma, a territorio sudanés, apuntaron esas fuentes.
VIRULENCIA DE LOS CHOQUES ARMADOS
En tal contexto, al calor de la virulencia de los choques armados en partes de Nilo Azul, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en Jartum anunció que presta asistencia a unas 30 mil personas vulnerables, ayuda considerada aún insuficiente.
Refirió, en ese sentido, que la contribución incluye comida y material sanitario y médico, incluidos botiquines de emergencia y de traumatología. La propia agencia de Naciones Unidas reiteró su preocupación por el continuo deterioro de la situación de seguridad en el oeste sudanés, en particular en la región de Darfur Occidental.
Dicha advertencia se profiere luego de que en la localidad de Kerenik, perteneciente a la mencionada demarcación, en los últimos meses murieron por causa de la violencia 275 personas, en tanto más de 15 mil resultaron desplazadas.
Ante el temor de que en Kordofán del Sur, vecino estado de Nilo Azul, ocurran también choques intercomunitarios, el Comité de Seguridad de ese territorio decidió la aplicación de un plan emergente de seguridad, el cual incluye medidas como el despliegue adicional de uniformados.
Para evitar devastadores ataques armados en las comunidades, que conlleven a la muerte de civiles, decidimos implementar disposiciones preventivas en el área, declaró el director de la policía en Kordofán del Sur, general de división Gamar El Sayed.
Voces por la paz y la concordia, al reaccionar ante el complejo panorama sociopolítico existente en Nilo Azul y otros territorios, diversas organizaciones -entre ellas las opositoras Fuerzas por la Libertad y el Cambio (FFC, en inglés) y Comités de Resistencia-, repudiaron, mediante una declaración conjunta, la violencia tribal desatada en el citado estado y otras zonas.
Luego de pedir que reine la paz y la concordia intracomunitaria, los firmantes acusaron en el documento al actual gobierno de transición de instigar incidentes territoriales.
Aseguraron, asimismo, que los elementos uniformados utilizan la creciente inseguridad para justificar su permanencia en el poder y que los conflictos étnicos son fabricados para que el estamento militar y élites acompañantes conserven sus privilegios económicos y financieros.
Como prueba de la enconada lucha entre diferentes actores en Sudán, las FFC y los susodichos Comités valoraron que apartar del poder a los golpistas militares es la única manera de terminar con la inseguridad y los desencuentros tribales fabricados para azuzar los conflictos interétnicos.
EXIGENCIAS PARA LA FORMACIÓN DE UN EJECUTIVO CIVIL
Otros entes civiles, los cuales acusaron al gobernante Consejo Soberano y sus adscriptas Fuerzas de Apoyo Rápido de fomentar la violencia en Darfur Occidental, donde rivalizan agrupaciones árabes y no árabes, exigieron de forma reiterada el retiro del componente militar del gobierno.
Aunque las autoridades transitorias sostienen que no tienen intención de aferrarse al poder, fuerzas políticas prosiguen con sus exigencias encaminadas a que se firme un acuerdo nacional para la formación de un Ejecutivo civil, y piden el regreso a los cuarteles de las tropas regulares.
Bandos opuestos al actual Ejecutivo sostienen, por otro lado, que tras la asonada militar del 25 de octubre del pasado año, en el territorio sudanés se creó un vacío en el sistema de seguridad y de ahí que proliferen los choques armados.
En Sudán no son pocos quienes demandan que el poder priorice una postergada reforma militar y de seguridad, al tiempo que se adopten otras necesarias medidas como la formación del Consejo Legislativo de Transición, diferentes comisiones y el Tribunal Constitucional.
Desde abril de 2019 en que dimitió el presidente Omar Hassan al-Bashir (1989-2019), en medio de multitudinarias protestas populares ante la carestía de los bienes de consumo, Sudán padece una acentuada crisis política y económica, cuya resultante es el deterioro de las condiciones de vida de la población.
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