Por Oscar Redondo
Corresponsal de Prensa Latina en Italia
La estrepitosa caída del gobierno de Draghi, quien perdió la mayoría parlamentaria tras la negativa del Movimiento 5 Estrellas (M5S), Forza Italia (FI) y La Liga a votar una resolución en apoyo a su gestión, agravó la crisis política en ese país.
Esta compleja situación podría desembocar a fines de año en un país nuevamente bajo el signo de la ultraderecha pues una alianza entre las fuerzas conservadoras más poderosas -Hermanos de Italia (FdI), La Liga y Forza Italia (FI)-, marcha cómodamente al frente de los sondeos.
Parece muy difícil que la izquierda pueda contraponer “un dique” para contenerlas, como pidió recientemente el líder del Partido Democrático (PD), Enrique Letta.
La unidad favorece a los derechistas, así como la ascendente popularidad de la presidenta de FdI, Giorgia Meloni, de 46 años, ligada desde su más temprana juventud a las ideas neofascistas.
Incluso el ex primer ministro Silvio Berlusconi, cuyas credenciales conservadoras nadie cuestiona, manifestó su preocupación ante la posibilidad de que Meloni se convierta en la próxima jefa de Gobierno, por considerar que su discurso es demasiado extremista.
El líder de Forza Italia tuvo que ceder ante la líder de FdI el 27 de julio, durante una reunión con la Meloni y Matteo Salvini, máximo exponente de La Liga, y firmó un pacto tripartito según el cual la formación política que obtenga más votos en los comicios decidirá quién asumirá el mando del país.
El camino de la derecha aparece despejado. El PD pisa los talones a FdI, con apenas un punto de diferencia menos en casi todos los sondeos, que ubican a ambas fuerzas entre un 20 y un 25 por ciento de aceptación.
DIVISIÓN DE IZQUIERDA LIMITA SUS POSIBILIDADES ELECTORALES
Sin embargo, son las alianzas las que deciden el triunfo en las urnas. Profundas diferencias entre el PD y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) alejan la esperanza de contener el avance de los ultraconservadores.
Recientes sondeos de las encuestadoras Youtrend y Cattaneo Zanetto coincidieron en que si las formaciones políticas conservadoras se enfrentan unidas a una izquierda sin el M5S lograrían hasta el 60 por ciento de los escaños, con 240 de los 400 diputados y 122 de los 200 senadores.
Ambas encuestadoras plantean que incluso en el caso de que el movimiento pentaestelar integre la propuesta electoral izquierdista, se mantendría la ventaja de la coalición de derecha en el Parlamento, con 221 diputados y 108 senadores.
Consideran que aún en un tercer escenario de una amplia alianza entre el PD, el M5S, Italia Viva, Acción, +Europa, Izquierda Italiana y Europa Verde, la unión entre FdI, La Liga y FI contaría en la Cámara con 202 diputados, que le daría una apretada mayoría en ese ámbito, aunque sumaría solo 99 senadores.
Letta enfatizó de manera reiterada, en declaraciones a diversos medios, que descarta cualquier acuerdo con el M5S debido al papel jugado por ese partido en la caída de Draghi.
Ciertamente fue el M5S la formación que desató la crisis, pero muchos observadores consideran que en la renuncia del primer ministro resultó determinante la posición en contra asumida por FI y La Liga, que también integraban su coalición.
La alianza gubernamental, según los analistas, ya resultaba incómoda. Demasiado amplia y abarcadora, reunía prácticamente a todas las fuerzas políticas de izquierda, centro y derecha, menos FdI, con todos los matices. Era difícil para unos y otros imponer sus agendas, tan diferentes.
Draghi se mantuvo en el poder durante apenas 17 meses, en tiempos de Covid-19, con el país casi paralizado, pero los meses finales de su mandato fueron complejos en lo interno y lo externo.
Hacia adentro, una crisis económica derivada en gran medida de la pandemia, con una galopante inflación. En el exterior, el enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania, con sus graves consecuencias geopolíticas y económicas.
Los expertos avizoraban que el cambio se acercaba y difícilmente el desenlace se dilataría hasta mayo de 2023, fecha prevista para las elecciones generales.
ULTRANACIONALISMO A LAS PUERTAS DEL GOBIERNO
En ese escenario fue sin dudas Meloni, desde la oposición, quien más hizo a favor de empujar al país a unos comicios adelantados, en los que aspira a lograr el triunfo.
La última encuesta de Youtrend, publicada el 29 de julio, indica que el FdI con un 23,3 por ciento de aceptación, se ubica al frente de la campaña, posición que mantiene desde el comienzo de la misma seguida por el PD, que ahora cuenta con el 22,8 por ciento.
Tras el acuerdo del 27 de julio con Salvini y Berlusconi, líderes respectivos de La Liga y FI, Meloni tiene altas posibilidades de convertirse a fines de 2022 en la nueva jefa de un gobierno con orientación ultranacionalista, dadas sus posiciones políticas.
Con solo 15 años, siendo estudiante, se unió al Frente de la Juventud del partido neofascista Movimiento Social Italiano (MSI) y en 1996 asumió el liderazgo de Acción Estudiantil, en la ultraderechista Alianza Nacional, por la cual fue electa diputada en 2006.
Con solo 31 años, en 2008, fue designada ministra de Juventud por el entonces jefe de Gobierno, Silvio Berlusconi. En 2012 fundó el partido Hermanos de Italia, que comenzó a liderar dos años después. En 2020 asumió la presidencia del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos.
Su lema en la campaña electoral es «¡Primero Italia y los italianos!», y entre los objetivos de gobierno se encuentra poner un alto a la inmigración. Se pronuncia además contra el aborto y el matrimonio igualitario.
Es también partidaria de renegociar los tratados de la Unión Europea y la pertenencia de Italia a la comunidad monetaria del euro, lo cual genera preocupaciones en ese bloque regional.
Meloni, quien reivindica sin ambages su orientación política ultraderechista, señaló recientemente que “estamos construyendo un gran partido conservador” y a quien difiera de esas ideas dentro de sus filas, “lo trataremos como se merece, un traidor a nuestra causa».
Ese discurso amenazante es cuestionado incluso por sus aliados, como el propio Berlusconi, quien manifestó antes de la reunión del 27 de julio con Salvini y la líder del FdI, que con su extremismo incluso “puede asustar a la derecha moderada”.
arb/ort