Por Julio Morejón Tartabull Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina
El secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, liberó ese capital del Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF) a fin de impulsar una asistencia de urgencia exhaustiva orientada a 200 mil personas en una decena de zonas donde es más grave la falta de víveres.
Tal situación empeoró en los últimos tres años debido a varios factores que causaron inseguridad pública, principalmente la guerra entre la Coalición de Patriotas por el Cambio (CPC) y el gobierno de Faustin-Archange Touadéra, que provocó una baja producción agrícola y el abandono de los campos por ciudadanos desplazados.
Se incluyó también en las tácticas insurgentes bloquear vías de tránsito de mercancías dirigidas a los centros poblacionales, lo cual dificultó el acceso y estimuló el encarecimiento de los alimentos, así como el negativo aumento del mercado negro.
Otro aspecto concurrente es que el actual deterioro humanitario en la RCA se engasta sobre una crisis estructural generada por el subdesarrollo, un mal perenne en los cuatro pasos del proceso productivo -producción, distribución, cambio y consumo- y es determinante en la dinámica política.
Al declive generalizado en la RCA contribuyó lo que se identifica como “deterioro progresivo” de fuentes y medios de vida, la incertidumbre alimentaria, el alto índice de crecimiento poblacional y sus necesidades elementales, así como el aumento de la pobreza, el desempleo y la degradación de los recursos naturales, afirmaron expertos.
Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), la RCA tiene una de las mayores proporciones de personas en situación de «inseguridad alimentaria crítica», con un 36 por ciento de sus habitantes, quienes también sufren los efectos de la contienda armada, ahora disminuida pero persistente.
«Una gran parte de la población vive en zonas afectadas por el conflicto, donde la inseguridad y el desplazamiento redujeron las áreas disponibles para el cultivo y restringieron el acceso a mercados y campos», dijo Griffiths y añadió que el impacto de la guerra en Ucrania agravó la situación al disparar los precios de los productos básicos.
Para el funcionario, la opción viable es asumir una postura multisectorial que combine «reducir el uso ciudadano de mecanismos negativos asociados con la escasez de alimentos con (la) ayuda alimentaria, la nutrición, la atención sanitaria, el agua, la higiene y la protección».
FINANCIAMIENTO
Respecto a la anunciada transferencia financiera, Denis Brown, coordinadora humanitaria de la ONU en la RCA, declaró: «Esta entrega de fondos es muy necesaria para miles de personas que tienen problemas para comer una vez al día» en el país africano y subrayó que la prioridad es salvar vidas.
Según la funcionaria, esa respuesta de emergencia posibilitará a la gente alimentarse por sí misma, reiniciar los cultivos donde se pueda y dar tratamiento a la desnutrición. Además, podrá garantizar que las personas tengan atención sanitaria y agua de calidad, dos acompañantes en el consumo adecuado de alimentos.
No obstante, recientemente Naciones Unidas informó que necesita 68,4 millones de dólares para ayudar a la República Centroafricana a rebasar la situación humanitaria en la cual se encuentra, por lo que 15 millones es menos de una cuarta parte de lo requerido para asistir a los necesitados.
En el plan de urgencia, seis asociados de ONU ampliarán la entrega de comida y dinero, la distribución de aperos de labranza y semillas, a lo cual se unirá un aumento del tratamiento y prevención de la desnutrición infantil, así como se facilitará acceder a otros recursos de salud a familias con niños gravemente desnutridos.
Sin ser la solución ideal y más abarcadora del problema, la gestión humanitaria puede socorrer a las miles de víctimas sometidas a amenaza de hambruna y muerte en el país centroafricano, donde a la violencia desatada contra los civiles por facciones armadas y al peligro de escasez de víveres, se suma la peligrosa propagación de la Covid-19.
TERRENO MOVEDIZO
República Centroafricana agravó su crisis política en 2020 con la exclusión de la candidatura electoral del exgobernante François Bozizé, quien tras regresar del exilio pretendió presentarse a comicios presidenciales y al ser rechazado pasó a encabezar la Coalición Patriotas por el Cambio (CPC), guerrilla opuesta a la consulta.
La CPC lanzó una ofensiva en 2021 contra la capital, Bangui, que frenaron los cascos azules de la Misión de ONU y facciones aliadas a Faustin-Archange Touadéra; después de frustrado el intento los insurgentes se replegaron, pero observadores opinan que permanecen agazapados y en ocasiones ejecutan actos subversivos.
Visto desde ese ángulo, la estabilidad aún es el deseo requerido para ofrecer una esperanza a la RCA, donde 2,4 millones de personas -la mitad de la población del país- sufren inseguridad alimentaria aguda y 3,1 millones de habitantes necesitan ayuda humanitaria con urgencia.
Mientras prevalecen las tensiones del conflicto político-militar y se registra la imposibilidad de restablecer completamente la paz, los esfuerzos por lograr un futuro pacífico cayeron en un “letargo de facto”, al decir de Valentine Rugwabiza, representante especial del secretario general de ONU para la República Centroafricana.
Sin dudas ese es un síntoma de la regresión del país a niveles inseguros, lo cual revela las insuficientes garantías que ese Estado rico en maderas y diamantes, poseedor de uranio y oro, puede ofrecerle a sus nacionales, quienes emigran de un tramo del peligro a otro en un escenario muy tenso.
Pese a su potencial económico, la RCA es una de las naciones más pobres del mundo y deberá admitir el retorno de unos 600 mil refugiados, 270 mil de ellos procedentes de Camerún, de donde se prevé ahora la salida unos 25 mil, según el cronograma del Alto Comisionado de Naciones Unidas (Acnur), operación que podría complicar el cuadro humanitario interno, según fuentes en Bangui.
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