Las elecciones presidenciales kenianas de hace una semana estuvieron marcadas por rasgos inusuales, a saber: un mandatario saliente, Uhuru Kenyatta, que apoyó al candidato opositor en detrimento de su correligionario y vicepresidente, William Ruto, y una votación en la cual el factor étnico fue ignorado por los votantes.
Otra faceta fue la decantación de Kenyatta a favor de Odinga, su enconado rival hasta que en 2018 ambos hombres protagonizaron una inesperada reconciliación, hija, según todos los indicios de las diferencias del mandatario con Ruto.
El asombro general resultó más marcado porque Kenyatta es miembro de la mayoritaria etnia kikuyu, 20 por ciento de la población del país y a la que pertenecía el líder independentista Jomo Kenyatta, mientras Odinga es luo.
Fue tal vez ese desconcierto el que influyó en la alta abstención en la consulta, 35 por ciento, en la cual también fueron elegidos los gobernadores provinciales, los diputados a las dos cámaras del parlamento y los ediles municipales.
Para mayor inquietud, el anuncio del próximo presidente keniano fue ensombrecido cuando cuatro de los siete miembros de la Comisión Electoral Independiente (CEI), incluida la vicepresidenta, se distanciaron por considerar que el conteo de votos fue “opaco”.
La postura de los disidentes abre las puertas a una reclamación de Odinga que, hasta hoy martes al mediodía, se abstenía de felicitar a su contrincante y su equipo de campaña mantenía silencio sobre la posibilidad de impugnar en los tribunales los resultados difundidos por el ente electoral.
El paso de las horas fortaleció la posición de Ruto con la llegada de felicitaciones de los presidentes de Sudáfrica, Nigeria, Uganda, Tanzania y de la influyente Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, organización que agrupa a ocho países.
Así, entre el hieratismo de Odinga y el recuerdo de los disturbios tras los comicios presidenciales de 2007 cuando murieron más de mil personas, y los de 2017,con balance de varias decenas de fallecidos en choques callejeros, los kenianos esperan los acontecimientos de unas elecciones extrañas, para decir lo menos.
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