Rodeada de ciudadanos, integrantes de organizaciones políticas y sociales, la también titular del Senado instó a los presentes a no abandonar nunca sus convicciones y, en especial, “ese indestructible amor a la patria que nos une a todos”.
Desde que el “Partido Judicial” me pidió 12 años de condena por cada uno de los mejores años que tuvo el pueblo argentino, se produjeron demostraciones en todo el país. Sin embargo, en el único lugar en el que hubo violencia fue en esta ciudad y en la puerta de mi casa, provocada por el odio hacia la alegría y el amor de los peronistas, señaló.
Asimismo, recordó que en su último día como presidenta, el 9 de diciembre de 2015, intentó regresar a su casa y no pudo porque estaba rodeada de simpatizantes del exmandatario Mauricio Macri que insultaban y agredían.
Desde entonces, esta esquina y, en particular quien habla, sufrieron el permanente hostigamiento de gente que viene a agraviar y amenazar de muerte. Nunca vi a la Policía intervenir para evitar el acoso a una ciudadana, indicó.
Colgaron bolsas mortuorias en las rejas de la Casa Rosada con las caras de dirigentes de nuestro espacio político y colocaron horcas y guillotinas en las plazas, pero los violentos somos nosotros. Es increíble el grado de cinismo y perversión, añadió.
Fernández señaló que la oposición pretende exterminar al peronismo y afirmó que a lo largo de la historia lo intentaron todo contra los militantes de esa corriente política.
Ejecutaron la peor violencia y la desaparición de miles de compatriotas porque no aceptan que el pueblo pueda expresarse y reclamar cosas diferentes a las que ellos quieren darles, señaló.
Pedimos, sobre todo cuando se avecina una campaña electoral, que dejen de competir para ver quién odia y le pega más a los peronistas. La carrera para ver quién castiga más a las movilizaciones populares nunca llegó a buen puerto en Argentina y tiene muy mala historia. No repitan experiencias de las cuales después todos tenemos que lamentarnos, afirmó.
En ese sentido, indicó que hubo demasiada sangre derramada en este país para que sigan amenazando con tiros, balas y gases lacrimógenos a los que piensan diferente.
En este lugar, durante cinco días, la gente pacífica y alegremente se manifestó. Se juntaba a cantar y a expresar su apoyo, no a insultar ni desearle la muerte a nadie, sino a apoyar humildemente a un espacio político que tantas cosas logró para Argentina por más que quieran negarlo, ocultarlo o disimularlo, apuntó.
Mil años no me alcanzarían para agradecerles el amor, la solidaridad y lealtad. A esta altura de mi vida no hay nada más importante que eso. (…) Les pido que vayamos a descansar porque fue un largo día. Siento que cada uno de ustedes es un poco hijo mío. Los quiero mucho, con el corazón, concluyó.
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