Pues se trata del pastel de luna, muy codiciado por su delicioso sabor y delicadas formas.
Y para recuperar el tiempo que robó a la festividad del Medio Otoño la pandemia de Covid-19, cuya vertiginosa propagación obligó al confinamiento, las grandes marcas de fabricantes del tradicional dulce ocupan ya espacios en las principales arterias de Hanoi con sus variadas propuestas de productos.
A la competencia por el favor de los consumidores se suman los hoteles de más renombre en la capital, sus chefs se esmeran no solo en preparar los más tradicionales pasteles de luna, el Banh Deo (de arroz glutinoso) y el Banh Nuong (al horno), sino en innovar con los sabores.
Los rellenos tradicionales son las semillas de loto, el melón de invierno recubierto de azúcar, la salchicha china, los cacahuetes y semillas de sésamo, aunque existen también otros que pueden incluir ingredientes como pollo asado, cerdo, aleta de tiburón, coco y durián (fruto de gran tamaño y fuerte olor).
Este año, y como en el resto de los productos del mercado, los precios de los pasteles de luna resultan más elevados que en épocas anteriores, algo que se achaca al incremento en los costos de los insumos.
Así, el valor de una caja de cuatro o seis pasteles puede oscilar entre los 658 mil dong (28 dólares estadounidenses) y un millón 280 mil dong (55 dólares estadounidenses), en este último caso acompañado con té o con una botella de vino.
En varios sitios webs de comercio electrónico pueden encontrarse una amplia gama de pasteles de luna hechos a mano, con numerosas formas y sabores y también con precios más económicos.
Según se afirma, a diferencia de lo que sucede en otras naciones asiáticas, en Vietnam los pasteles se comen siempre en pares y acompañados de frutas frescas durante la celebración otoñal.
Además, son habituales en estas fechas la contemplación del satélite natural de la Tierra, la procesión de linternas con forma de estrella y luna, y la danza del león.
(Tomado de Orbe)