Ubicado en el Parque Nacional de igual nombre, que abarca 50 mil 150 hectáreas de la Cordillera de Talamanca, la más extensa de Costa Rica – con 320 kilómetros de longitud–, el cerró Chirripó se eleva tres mil 821 metros sobre el nivel del mar y son muchos los ticos y extranjeros que se aventuran a llegar a su cumbre.
Durante ese trayecto, que comienza cerca de los mil 400 metros de altura, los escaladores viven el verdadero placer de adentrarse en una de las zonas de mayor diversidad biológica del país, especialmente en lo que respecta a la vida de las plantas.
Esta área silvestre conserva una exuberante vegetación, entre ellas especies endémicas como la Gentiana bicentenaria, descubierta en diciembre pasado y denominada así en honor a los 200 años de la independencia de Costa Rica de la entonces metrópoli española, el 15 de septiembre de 1821.
La nueva especie es una diminuta planta de menos de dos centímetros, caracterizada por su forma de crecimiento arrocetada, muy compacta, con hojas en forma de espátulas, densamente superpuestas a lo largo de los tallos durante la época de floración, y distinguida por sus bellas flores solitarias, blanco-azuladas y amarillo-rayadas en su interior.
En el Chirripó,se encuentran también variadas formas glaciares como valles en forma de U, lagunas (morrenas) y terrazas.
Por si fuera poco, los Crestones –denominados así por su similitud con las crestas de los gallos– del Parque Nacional Chirripó constituyen otra muestra de la belleza natural de Costa Rica. Esas estructuras de unos 60 metros de altura y a tres mil 715 metros sobre el nivel mar fueron declarados símbolo patrio el 16 de abril de 2011. Decididamente, el cerro Chirripó resulta visita obligatoria en Costa Rica. Desde su cumbre, en días despejados, es posible apreciar la belleza de las costas caribeña y pacífica de una nación famosa por su biodiversidad y su lucha constante por conservarla y protegerla.
(Tomado de Orbe)