Yodeni Masó*
A sus 15 años de edad y devota de la religión musulmana, aprovecha cada instante en la práctica de ese arte marcial y ostenta el título nacional de cadetes en los 44 kilogramos.
Desde bien pequeña comenzó a andar por el taekwondo de la mano de su padre Hassane y gracias al apoyo de toda la familia hoy sortea los obstáculos de la crisis para mantener los entrenamientos y la asistencia a eventos en casa e internacionales.
Amante de las ciencias y del piano, Sarah forma parte del equipo juvenil de Líbano y desde el tapiz del club Riyadi “Sporting” en esta capital labra su camino en pos de conquistar medallas para la nación y mostrar las fortalezas de la mujer libanesa.
SOSTÉN FAMILIAR
A su padre no le sorprendió la decisión de acercarse al taekwondo y desde los siete años dedica tiempo para acompañarla de lunes a viernes al gimnasio de entrenamiento.
En entrevista con Prensa Latina, Hassane Ibrahim manifestó el orgullo por los éxitos de su hija, quien a fuerza de disciplina, perseverancia y responsabilidad cumple sus propósitos tanto en el deporte como en los estudios.
“La primera vez que la vi entrar a un combate con otros niños sentí miedo, no pude seguir mirando ante el temor de que se lastimara”, comentó.
Aún mantengo esa preocupación, el taekwondo es bastante fuerte, pero en todo momento la apoyamos y entre toda la familia contribuimos a mantener sus entrenamientos y la asistencia a competencias, manifestó.
Ante el agravamiento de la crisis económica y financiera, practicar deportes resulta complejo en esta nación debido a su exclusividad en clubes privados y la poca contribución del gobierno, las Federaciones Nacionales y el Comité Olímpico Libanés.
Ejemplo de ello es lo que cotiza la familia de Sarah por pagos de entrenadores, vestuario, utensilios, viajes internos o externos que en muchos casos ascienden a los dos mil dólares.
Sin embargo, no se mira el sacrificio, lo importante es apoyarla a cumplir sus sueños, afirmó el padre; quien con satisfacción enumeró entre los triunfos de Sarah el ascenso al cinturón negro y la experiencia en torneos de Egipto, Jordania, Bélgica y recientemente el mundial juvenil de Sofía, Bulgaria.
DESDE EL GIMNASIO
El exatleta nacional Noel Mukhayber, bronce de Asia y de la Copa del Mundo, guía el presente de la muchacha y en sus primeras impresiones a Prensa Latina reconoció la dedicación y el amor de su discípula por el taekwondo.
“Sarah entrena mucho, está adquiriendo la experiencia necesaria y nada la detiene, ni los estudios, ni la pandemia. Hemos perdido muchos atletas debido a la Covid-19 y por la situación económica del país, pero ella se mantuvo constante y sigue junto al equipo”, manifestó.
Aunque Líbano es la más occidentalizada de las naciones del mundo árabe en el Medio Oriente, debido a su multiplicidad de confesiones de fe aún persisten vestigios de discriminación y en la historia de su deporte olímpico solo 24 mujeres exhiben participación en lides de este nivel.
En este sentido, Mukhayber agregó: “cuando entramos a la sala de taekwondo lo que vemos son atletas, no distingo en sexo o si usan hijab (velo) o no, veo a personas que ejercen el deporte de una manera seria y firme”.
Por eso yo al mirar a Sarah ni pienso en su edad, ni en su religión, solo distingo una atleta consagrada que entrena bien y llegará un día a su meta, puntualizó.
MUJERES EN EL OLIMPO
Cuatro preseas, dos de plata e igual número de bronce ilustran el accionar de Líbano en Juegos Olímpicos y entre los hitos de las mujeres, la cuatrocentista Arda Kalpakián y la nadadora Ani Mugrditchian abrieron el camino en Múnich 1972.
Aún sin conquistar premios, la velocista Gretta Taslakian (Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012) y la escopetera Ray Bassil (Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020) exhiben la mayor cantidad de comparecencias olímpicas con tres.
En la historia de las mujeres libaneses en el olimpismo destacan también los nombres de la floretista Mona Shaito con participaciones en las versiones de 2012 y 2016, así como Mahassen Fattouh, primera en intervenir en el levantamiento de pesas en la justa de Tokio 2020.
Mientras, Andrea Paoli, bronce en los Juegos Asiáticos de 2010, constituye la única representante del taekwondo en justas de este nivel, luego de quedar novena en los 57 kilogramos de Londres 2012.
UNA CAMPEONA EN ASCENSO
De pocas palabras, tímida y voz suave, Sarah comentó a Prensa Latina sobre sus objetivos, sueños y ambiciones; en un deporte de combate con predominio de practicantes masculinos en Líbano.
Acompañada de su padre, la joven taekwondoca es de las primeras en hacer entrada al gimnasio del club Riyadi. En el interior, pareciera que existe una fábrica de atletas debido al sonido constante de técnicas y movimientos, junto a la disciplina solemne.
Ella es la única con velo entre el colectivo y al llamado del entrenador guía el calentamiento y marca el ritmo de la preparación sin desperdiciar minutos, consciente de los retos por enfrentar.
Inspirada en el reciente subtítulo de la española Adriana Cerezo en Tokio 2020, la joven libanesa confirmó que no importa la edad para triunfar en el deporte y en ese sentido, traza el camino hacia la conquista de nuevos éxitos.
“El taekwondo me ha hecho más fuerte y valiente, cada día me despierto y siento que tengo un objetivo por alcanzar y por eso entreno mucho”, comentó.
A las jóvenes libanesas las invito a superar obstáculos, no dejarse arrastrar por la sociedad y practicar deportes, primero ayuda a autodefenderse y en lo competitivo puedes aportar medallas a tu país, insistió.
Sarah Ibrahim disfruta del período de vacaciones, libera tensiones, comparte con amigos y recibe el cariño familiar para retomar en los próximos días los entrenamientos y su más grande pasión, el taekwondo.
*Corresponsal de Prensa Latina en Líbano
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