Se realizaron protestas en Canberra, Brisbane, Sídney y Adelaida, con las consignas «Siempre fue y siempre será tierra aborigen».
Asimismo, algunos manifestantes quemaron la bandera australiana, según imágenes transmitidas por la televisión nacional.
En la ciudad de Melbourne, centenares de manifestantes encabezados por la senadora del Partido Verde, la aborigen Lidia Thorpe, recorrieron las calles con pancartas en las que se leían mensajes como «Abolición de la monarquía o «La vida de los negros importa», en referencia al movimiento Black Lives Matter.
Por su parte, el frente «Warriors of the Aboriginal Resistance», uno de los organizadores de la protesta, exigió el fin del imperialismo racista colonial y sus efectos continuos en los pueblos aborígenes y de los isleños del Estrecho de Torres, que representan el 3,3 por ciento de los 25 millones de habitantes del país.
Los aborígenes australianos, que no son reconocidos por la Constitución australiana que data de 1901, son víctimas de constante maltrato desde la colonización, además de desposeídos de sus tierras y discriminados sistemáticamente, por lo que muchos de ellos viven en situación de pobreza y desigualdad.
El primer ministro australiano, el laborista Anthony Albanese, prometió celebrar un referendo durante este mandato para realizar un cambio constitucional que permita reconocer los derechos de los indígenas australianos y permitirles que tengan una voz en el Parlamento del país.
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