Puede ser al mismo tiempo amigo y enemigo, y en el primer caso, cuando está de forma natural en la estratosfera, a 12 kilómetros sobre el nivel del mar, ayuda a proteger la Tierra de los dañinos rayos solares, pero por debajo de esa zona es un contaminante de cuidado.
Un exceso de este muy cercano al suelo puede dañar el follaje de las plantas, cambiar sus patrones de floración y actuar como una barrera para que los polinizadores, puntualiza un estudio publicado en la revista Trends in Ecology and Evolution.
De dominio público son los efectos directos de los productos agroquímicos en los polinizadores, pero ahora, el ozono es una amenaza silenciosa para estos.
“El ozono a nivel troposférico se crea por una reacción fotoquímica entre los compuestos orgánicos volátiles -emitidos por la vegetación y que se encuentran habitualmente en sustancias como la pintura y los aerosoles- y los óxidos de nitrógeno, que se liberan al quemarse los combustibles fósiles”, señalan los expertos.
Los niveles de ozono troposférico aumentaron porque el calentamiento del clima está creando las condiciones óptimas para su formación.
«La contaminación por ozono puede afectar al momento y a la duración de la floración de tal manera que su aparición es asíncrona a las actividades de los polinizadores”, alertan los especialistas.
Tal situación provoca cambio del color de las flores, altera las señales visuales para los polinizadores, daña a las hojas, además de disminuir la cantidad y la calidad del polen.
En ese proceso negativo las hojas tienen dificultades para hacer la fotosíntesis y merma la energía que necesita la planta para crecer.
Las plantas emiten sus propios compuestos orgánicos volátiles y los cambios en la composición de estos podrían tener graves implicaciones para los polinizadores.
Por ejemplo-argumentaron los expertos- disminuye la cantidad de nutrientes esenciales para los insectos, aumentan las sustancias químicas perjudiciales para los que las ingieren y degradan la calidad general de los tejidos vegetales.
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