Por Oscar Redondo
Corresponsal jefe de Prensa Latina en Italia
El proceso que llevó a estos comicios anticipados comenzó cuando el 21 de julio el presidente de este país, Sergio Mattarella, aceptó la renuncia del primer ministro Mario Draghi, quien perdió el apoyo de importantes fuerzas integrantes de la coalición gubernamental.
Esa alianza, demasiado amplia y abarcadora, resultaba ya inoperante pues reunía a las más importantes agrupaciones políticas de izquierda, centro y derecha, con todos sus matices. Era difícil para unos y otros impulsar sus propias agendas, diferentes y muchas veces contrapuestas.
Draghi logró mantener un equilibrio de poder durante apenas 17 meses, en tiempos de Covid-19, cuando el país estaba prácticamente paralizado, pero los meses finales de su mandato fueron complejos tanto interna como externamente.
En ese escenario se favoreció el partido opositor ultranacionalista Hermanos de Italia (FdI), liderado por Giorgia Meloni, que obtuvo apenas un 4,0 por ciento de votos en los comicios de 2018, pero ganó adeptos como única formación importante alejada de la fórmula de gobierno.
La unión de fuerzas de ultraderecha, sellada el 27 de julio entre el FdI, La Liga y Forza Italia, a la cual luego se sumó Noi Moderati, abrió el camino para el triunfo de esa coalición en los recientes comicios.
Contribuyó a ese resultado la división en la izquierda italiana, debido principalmente a diferencias entre las dirigencias del Partido Democrático (PD) y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), que debilitó el apoyo de los electores y les impidió además sumar votos de conjunto.
La máxima latina “divide et impera” fue la clave para neutralizar las posibilidades de las numerosas agrupaciones progresistas, que unidas habrían impedido ese resultado o al menos reducido la magnitud de la victoria ultraderechista.
En las votaciones para el Senado, donde participaron 27 millones 432 mil 956 electores, la alianza integrada por los partidos FdI, La Liga, Forza Italia y Noi Moderati logró un 44,07 por ciento de aprobación y ocupará 113 de los 200 escaños.
La alianza progresista, integrada por el PD, Izquierda Unida/Los Verdes, +Europa y Compromiso Cívico logró apenas siete millones 123 mil 64 votos para el Senado (25,99 por ciento) y contará con 48 plazas.
Por su parte el M5S tendrá 29 senadores y el Tercer Polo centrista nueve, en total 86 puestos para representantes de izquierda y centro cuya división facilitará el control de ese cuerpo legislativo por parte de los ultraconservadores, según afirman analistas.
En los sufragios para la Cámara de Diputados participaron 28 millones 23 mil 544 votantes y de ellos 12 millones 272 mil 33 lo hicieron a favor de la unión de formaciones políticas ultranacionalistas, para un 43,83 por ciento del total, la cual conquistó 237 de los 400 asientos.
La alianza izquierdista logró el 26,12 por ciento de los votos y contará con 81 escaños, mientras que el M5S, con un 15,41 por ciento, ocupará 51 puestos, otros 21 irán al Tercer Polo centrista de Acción/Italia Viva, y los restantes 10 se repartirán entre otras fuerzas.
Entre los partidos el triunfador fue FdI, con más del 25 por ciento de los votos, formación ultranacionalista cuya líder, Meloni, proviene del neofascista Movimiento Social Italiano (MSI), fundado tras la Segunda Guerra Mundial por simpatizantes de Benito Mussolini.
Entre los otros tres partidos que acompañaron a FdI en la fórmula derechista La Liga obtuvo solo 8,5 por ciento, dos puntos menos que los vaticinados, mientras que Forza Italia alcanzó 8,0 y Noi Moderati 0,9 por ciento.
El segundo lugar lo ocupó el PD, con alrededor de 19,0 por ciento, cifra mucho menor que la esperada, lo cual podría provocar la salida de su líder, Enrico Letta, uno de los principales perdedores en la jornada electoral.
Los resultados de las fuerzas que junto al PD conformaron la coalición progresista fueron modestos, con 3,5 por ciento para la fórmula Izquierda Italiana-Los Verdes y alrededor de 4,0 para +Europa, mientras que Compromiso Cívico apenas alcanzó 1,0 por ciento.
El M5S, que fue solo a esos comicios, logró el 15,5 por ciento de aprobación entre los electores, mientras otras dos fuerzas consideradas de centro, Acción e Italia Viva, que rechazaron también integrar la coalición que lideró el PD, obtuvieron el 7,7 por ciento.
CONTRA INMIGRACIÓN, ABORTO Y MATRIMONIO IGUALITARIO
La gran vencedora en esa jornada electoral fue sin dudas la política ultranacionalista Giorgia Meloni, quien con solo 15 años y siendo estudiante se unió al Frente de la Juventud del partido neofascista Movimiento Social Italiano (MSI).
En 1996 asumió el liderazgo de Acción Estudiantil en la ultraderechista Alianza Nacional, por la cual fue electa diputada en 2006 y con solo 31 años, en 2008, fue designada ministra de Juventud por el entonces jefe de Gobierno Silvio Berlusconi.
En 2012 fundó el partido Hermanos de Italia y dos años después asumió su presidencia para luego, en 2020, liderar el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos.
Su lema en la campaña electoral fue «¡Primero Italia y los italianos!», y entre sus objetivos de gobierno se encuentra poner un alto a la inmigración. Se pronuncia además contra el aborto y el matrimonio igualitario.
Es también partidaria de renegociar los tratados de la Unión Europea y la pertenencia de Italia a la comunidad monetaria del euro, lo cual genera preocupaciones en ese bloque regional.
Meloni, quien reivindica sin ambages su orientación política ultraconservadora, señaló recientemente que a quienes difieran de sus ideas dentro de las filas de FdI, “lo trataremos como se merece, un traidor a nuestra causa», lo cual cierra espacios para una derecha moderada.
Tras las elecciones vendrá un largo proceso de negociaciones políticas, lideradas por FdI, para conformar el nuevo gobierno que debe asumir sus funciones, con Meloni como probable primera ministra, a fines de octubre.
Ante la inminencia de la instauración de un nuevo gobierno en Italia de corte neofascista a 80 años de la caída de Mussolini, analistas citan la frase acuñada por Carlos Marx de que «la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa».
Parece algo premonitorio el hecho de que, según el calendario previsto, es muy posible que la asunción de Meloni como presidenta del Consejo de Ministros ocurra en una fecha muy próxima al centenario de la marcha sobre Roma –acaecida entre el 27 y el 29 de octubre de 1922- que llevó al poder al dictador fascista.
arb/ort