Según el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), aún se desconoce la causa de los fallecimientos y los expertos trabajan en la clasificación por edad y sexo, así como en el análisis de muestras tomadas de los cadáveres.
De acuerdo con ese organismo, la principal hipótesis es la presencia inusual de toxinas provenientes de la llamada marea roja, la cual consiste en la proliferación de microalgas productoras de las mismas.
La primera ballena muerta fue detectada el 24 de septiembre y desde entonces el ICB colabora con la Universidad San Juan Bosco, el Centro Nacional Patagónico y el Laboratorio Provincial de Salud Ambiental para determinar las causas de lo ocurrido.
Según la investigadora Agustina Donini, ninguno de los animales evaluados hasta el momento presentó evidencia de lesiones traumáticas y todos poseían buen estado nutricional, lo cual indica su alimentación reciente dentro del golfo.
Por su parte, el director científico del ICB, Mariano Sironi, señaló que resulta preocupante el número de muertes en un período de tiempo tan corto.
Desde 1984, la ballena franca austral es una especie protegida en Argentina y cada año, entre junio y noviembre, cientos de ejemplares llegan a la Península Valdés para reproducirse.
Las hembras tienen una cría cada tres años, lo cual ralentiza la recuperación de las poblaciones que enfrentan amenazas como la contaminación y las infracciones cometidas por embarcaciones turísticas.
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