Por Elioriundo Delavilla
Se oía hablar de Cuba, de Fidel Castro, de una isla cuyo ejemplo evolucionaría a niveles impensables, y de un argentino corajudo que se había unido a la causa en México, llegó con el Granma, y dirigió como Comandante una de las unidades que más repercutió en el triunfo del primero de enero de 1959.
Senegal fue libre en 1960, y cuando cinco años más tarde Ernesto Che Guevara se despidió de Fidel en la recordada carta leída en público aquel 3 de octubre, su nombre empezó el tránsito hacia el mito. Lo dicen los más longevos: Aprendimos a cantar Hasta Siempre Comandante, en perfecto español.
«No eran Los Beatles, ni The Rolling Stones. Era Carlos Puebla», comenta el septuagenario señor Badará entonando un fragmento de aquello que dice «Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia, Comandante Che Guevara».
El día fatal de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia, aquellos mismos jóvenes senegaleses hicieron su duelo en silencio. Los musulmanes, la inmensa mayoría, lamentaron la muerte de un guerrero que de muchas maneras estaba entrando en la eternidad y que apenas dos años atrás había intentado revertir el estado de las cosas en el Congo.
Y no faltaron los católicos, que impresionados por la fatídica foto del Che muerto que reproducían los medios, lo compararon con Cristo, barbudo y marcado por la furia de sus asesinos. “Parecía un Jesús dispuesto a abrir los ojos echar a andar en cualquier momento. «Nunca olvidaré aquella fotografía», nos contó madame Aminata, extendiendo su mano para ofrecernos un puñado de maní tostado de su puesto ambulante.
El Che había entendido que los acontecimientos en el llamado «continente negro» tenían más fermento revolucionario de lo que muchos en occidente pensaban. Argelia, Guinea, Mali y Congo-Brazzaville le habían demostrado que el dinamismo y la militancia de las nuevas hornadas revolucionarias, merecían su atención y sacrificio. Mirar hacia Estados Unidos siempre fue un riesgo, y ante él, no se podía ceder. El peligro del neocolonialismo preocupaba al Che.
Por eso y más, su figura es exaltada de manera natural entre sectores diversos de Senegal. Amigos de la solidaridad, investigadores, intelectuales con pensamientos progresistas, y de manera muy destacada, estudiantes y amantes del español.
Según estadísticas, en este país existe la mayor cantidad de educandos de nuestro idioma de toda África, seguido muy de lejos por Benin y Costa de Marfil. Desde 1957 el deseo de hablar el idioma de Cervantes mantienen vivas las ganas de leer literatura castellana.
La primera universidad en la que se implantaron estudios de español fue la Cheikh Anta Diop de Dakar. Ahora en ese campus suman cinco mil estudiantes y entre esos libros, El Diario del Che en Bolivia. También está en francés, pero nada emociona más que beber la historia del guerrillero en su lengua natal.
El Círculo Hispánico de ese centro de Altos Estudios destaca por el arraigo doble: la lengua y el amor por la historia y literatura cubana. Muy activo y cercano es Alfred Samba Diouf, actual Presidente de la Comisión Pedagógica del Club.
«La figura de Che Guevara y sus pensamientos son motivadores e inspiradores para todo el mundo, sobre todo para toda la juventud revolucionaria de hoy. Una de sus frases más famosas se sigue usando por los revolucionarios contemporáneos: Hasta la victoria, siempre».
Samba Diouf lo compara con el destacado revolucionario africano Thomas Sankara que no por gusto llevó el mote de Che africano. «Una de sus frases que más me encanta es «cuando un pueblo alcanza la conciencia de su fuerza, la decisión de ir hacia adelante, entonces sí es fuerte y entonces sí puede plantarse frente a cualquier enemigo».
Por su parte, Oumar Ousmane Ndiaye, Presidente de la Asociación Senegalesa de Amistad con Cuba, AseneCuba, considera que el Che es una figura extraordinaria.
«Hoy en día su dimensión va más allá de Senegal, incluso, más allá de Cuba y es una figura emblemática en todos los países del mundo. Los jóvenes, las mujeres, y nuestros hijos adoptan su ejemplo. Lo veo en las clases que imparto. Su vida fue muy corta pero su historia fue inmensa», destacó el amigo de la Revolución cubana.
Luego de comparar al guerrillero con figuras como el mismo Sankara o con Nelson Mandela, el dirigente y profesor agradeció el legado del Che en el espíritu revolucionario de África, y en particular en Senegal.
Por eso, cuando a un senegalés se le pregunta por Cuba, se aventuran a decir en español «la tierra de Fidel», o no reparan en que el Che era argentino de nacimiento y dicen «la patria de Che Guevara». También los hay que hablan de la orquesta Aragón, del tabaco o del ron. Lo cierto es que caminar por Dakar puede traer sorpresas.
Han bebido la historia o la han vivido. Incluso pueden llevar un pulóver con la socorrida silueta basada en la foto que Korda hiciera del simpar hombre y hasta tararear aquello de «Aprendimos a quererte, desde la histórica altura, donde el Sol de tu bravura, le puso cerco a la muerte».
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