Centros de salud como el de Canapé Vert en esta capital confirmaron que solo aceptan casos que no requieran cirugía porque no pueden poner en marcha el generador, dijo el vicepresidente de la institución Michel Théard al diario Le Nouvelliste.
Por su parte el hospital Bernard Mevs anunció que funciona con una reducción de servicios, mientras que la fundación St-Luc se encuentra en “estado de alerta máxima”, aseguró su director médico Marc Edson Augustin.
“Hace dos semanas, dimos la alarma de que nuestras instituciones corrían el riesgo de cerrar si no se hacía nada para garantizar un suministro normal de combustible. Hicimos un plan de negocios con una previsión de 15 mil galones de combustible, encontramos cinco mil, han pasado más de 15 días. Estamos de nuevo en alerta máxima”, señaló Augustin.
La situación no es mejor en las instituciones departamentales que también redujeron los horarios de servicios mientras otras fueron forzadas al cierre.
La escasez de los combustibles también afecta a empresas claves como las potabilizadoras de agua, que indicaron a inicios de este mes su imposibilidad para continuar tratando el preciado líquido.
La víspera, un informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios alertó que el desabastecimiento de los hidrocarburos limitó el acceso a los servicios básicos y atención médica, en medio de un resurgimiento del cólera.
Hasta el martes 266 personas eran sospechosas de portar la enfermedad, mientras 18 habían fallecido en hospitales, de acuerdo con el balance del Ministerio de Salud y Población.
A las muertes institucionales se suman otras nueve en cárceles y siete comunitarias, por lo cual el total supera la treintena.
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