Precisamente el grupo encargado de bajar el telón del encuentro lleva el nombre del artista que introdujo este género en la escena sonora de la isla caribeña, con el popular tema La engañadora, escuchado por primera vez en la esquina de Prado y Neptuno, de la urbe habanera.
Como principal propuesta del encuentro estuvo la competencia de bailes protagonizada por parejas de la comunidad, las cuales demostraron la importante labor que desempeñan las casas de cultura en la preservación de los ritmos tradicionales, explicó el director artístico de la cita, Henry Gutiérrez.
Asimismo, destacaron los conciertos de agrupaciones emblemáticas de la mayor de las Antillas como la Orquesta América, Estrellas cubanas y Enrique Jorrín, así como artistas aficionados y conjuntos de danza, encargados de amenizar los festejos.
Organizado por la Dirección de Cultura de La Habana Vieja, el festival devino escenario para recordar los orígenes de este género, cuyo nombre proviene del característico sonido producido por el roce de los pies sobre el suelo, señaló Johannes García, Premio Nacional de Danza 2020.
Concebida como un espacio para defender las sonoridades autóctonas y el patrimonio cultural de Cuba, la cita ha logrado articular en sus más de tres décadas, las acciones de diversas entidades, con el propósito de preservar los sonidos que identifican el pentagrama cubano.
Musicalmente distintivo por el ritmo del güiro, que parece decir cha-cha-chá, este género constituye la base de otros bailes populares, como las danzas de las deidades de la religión yoruba, explicó García, director de la compañía de Danzas Tradicionales JJ.
El repertorio de esta expresión musical bailable incluye temas icónicos como El bodeguero, Los marcianos, Rico vacilón, Me lo dijo Adela, Corazón de melón, Cuéntame, Pachito e Che, Que vengan los bomberos, entre varias.
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