El cónclave comienza en una fecha auspiciosa, el aniversario 68 del inicio de la guerra de independencia de Argelia en 1954 que culminaría ocho años y un millón y medio de muertos después, con la independencia del país tras 132 años de colonización francesa.
La diplomacia argelina consiguió previo al comienzo del encuentro cimero que las organizaciones palestinas más relevantes, en particular, la Organización para la Liberación de Palestina, la cual funciona como gobierno en Cisjordania, y Hamas, que controla la Franja de Gaza, alcanzaran un entendimiento de reconciliación.
El acuerdo implica que ambas entidades asistirán a la reunión con una voz, y anuncia la posibilidad de una actuación homogénea de cara al problema fundamental de su pueblo, la ocupación y expansión israelí en Cisjordania, Gaza, y Jerusalén este, donde los palestino ubican la capital de su estado independiente.
Otro asunto que pende sobre el cónclave es el asiento de Siria sobre el cual existen dos tendencias: la devolución de sus derechos legítimos al gobierno del presidente Bachar al Assad y su contraposición: mantener vigentes las plataformas de los grupos opositores, apuntalados por Estados Unidos. La primera postura ha ganado apoyo debido a que las fuerzas constitucionales ganan terreno a pesar de las enormes presiones políticas desde Washington y su albacea regional, Israel, cuya ocupación de las Alturas del Golán y frecuentes ataques aéreos obstaculizan el avance del ejército sirio.
Aún cuando esos temas son candentes por las reacciones que provocan, hay otro tanto o más complejo, el del Sahara Occidental, donde el Frente Polisario combate la ocupación marroquí, cuyo impacto repercute más allá de la región, como demuestra la colisión de Argel con el gobierno español por su ambivalente postura.
La autonomía saharaui es prioritaria en la agenda de Argelia a pesar de la tesis de algunos países árabes según la cual un estado independiente en el Sahara Occidental sería divisivo para la Nación Árabe.
En este complejo panorama comienza la XXI Cumbre de la LPA, cuarta desde 1973 que tiene lugar en suelo argelino, en la cual están puestos los ojos de varias cancillerías a la espera de la Declaración Final cuyo contenido marcará pautas para su labor en los próximos meses, y más allá, a juzgar por la sustancia de los temas sobre la mesa.
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