El portavoz del mando castrense tanzano informó que “los soldados llegaron al Kilimanjaro y están listos a enfrentar el incendio”, que se propagó a otras áreas de la elevación.
La catástrofe comenzó en una zona a los cuatro mil pies de los casi 17 mil que tiene el también llamado Techo de África por ser el de mayor altura del continente.
Las autoridades tanzanas dieron el paso tras comprobar que los 600 bomberos y voluntarios empeñados en extinguir el siniestro resultan insuficientes ante la voracidad de las llamas y a pesar de que el pasado 25 de octubre anunciaron que estaba dominado.
Sin embargo la fuerza de los vientos reinantes en la zona del desastre transportó las llamas a otras áreas e imprimió un giro inesperado a la situación, según la evaluación difundida por los especialistas.
El siniestro causa daños sustanciales a la fauna asentada en el lugar compuesta de elefantes, búfalos y antílopes; la flora asimismo sufrirá las consecuencias de la deflagración, aunque, a la postre, resultará beneficiada por el aumento de la capa vegetal y la eliminación de plantas enfermas o moribundas.
Escenario de una de las célebres obras del premio Nobel de Literatura estadounidense Ernest Hemingway, el Kilimanjaro es el más concurrido de los sitios turísticos tanzanos y esta inscrito en la lista de Patrimonios de la Humanidad de la Unesco.
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