En un horizonte temporal fijado en el año 3000, Mindy presenta joroba, cuello encogido, mano en garra, codo en ángulo recto, un segundo párpado interior, un cráneo más grueso y un cerebro más pequeño.
La empresa internacional de telecomunicaciones Toll Free Fordawing, impulsora del proyecto, afirmó que empleó en su desarrollo investigaciones y opiniones de especialistas, pero no tuvo en cuenta otros posibles factores de evolución, por lo que se encuentra entre la ciencia y la ficción.
Mindy presenta espalda y cuello inclinados hacia su pecho, propios de la manera en que nos sentamos y paramos, y el hecho de mirar hacia abajo a nuestro teléfono, o hacia arriba a la pantalla del ordenador, posturas que tensan partes del cuerpo, y sería un desarrollo de lo que ya se llama cuello tecnológico y está definido en la literatura científica.
El hipotético brazo de Mindy revela cambios anatómicos significativos, causados directamente por el uso de un teléfono inteligente: mano en garra y codo de 90 grados, que surgirían de sostener constantemente el móvil en la mano curvando los dedos en una posición poco natural durante largos períodos de tiempo y por mantener el codo doblado.
El modelo imaginario se refiere también a estudios sobre la radiación que liberan los teléfonos móviles y los posibles efectos adversos (aún no confirmados científicamente) en el desarrollo de la memoria, y aventura que el ser humano se protegería desarrollando un cráneo más grueso.
Otro detalle que predice Mindy es cómo el cuerpo humano se adaptaría para contrarrestar el dolor de cabeza o la fatiga visual provocada por el empleo de estas tecnologías y sugiere la aparición de un párpado interno.
De ahí que cite una hipótesis de Kasun Ratnayake, de la Universidad de Toledo, Estados Unidos, quien sugiere que «los humanos pueden desarrollar un párpado interno más grande para evitar la exposición a la luz excesiva, o el cristalino del ojo puede desarrollarse evolutivamente de modo que bloquee la luz azul entrante, pero no otras luces de alta longitud de onda como el verde, el amarillo o el rojo».
Por último, los creadores de este modelo sostienen que la tecnología también cambiaría el tamaño de nuestros cerebros.
En ese contexto aluden a la teoría de la idiocracia y a artículos sobre cómo el cerebro humano se ha encogido durante la evolución humana y anuncian que eso podría extenderse al resto del cuerpo porque la supervivencia no depende ya en exclusiva de la fortaleza física.
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