No quiero hacer que la gente se sienta derrotista, tampoco quiero que se hagan la idea de que estamos en la antesala de una solución maravillosa, afirmó Cleverly este martes ante el Comité de Escrutinio Europea del Parlamento.
Según el jefe de la diplomacia británica, aunque ahora hay una “atmósfera mejor” en la mesa de negociaciones, eso no significa que Londres se mostrará cohibido a la hora de plantear sus preocupaciones con respecto al llamado protocolo norirlandés.
Como parte del acuerdo del Brexit, no existe una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, pero las mercancías que se trasiegan entre Gran Bretaña y la provincia británica deben ser sometidas a controles para comprobar que cumplen con las regulaciones aduaneras y sanitarias europeas.
Los unionistas norirlandeses, que en mayo pasado perdieron por primera vez las elecciones locales frente a los republicanos del Sinn Fein, alegan que esos chequeos, además de provocar retrasos en la llegada de los suministros, amenazan la unidad del reino.
Para presionar, los partidos fieles a la corona se niegan a formar parte del gobierno que deben compartir con los republicanos, como establecen los acuerdos del Viernes Santo que en 1998 pusieron fin al conflicto armado en Irlanda del Norte.
El bloqueo político orquestado por los unionistas es foco de tensión en la volátil provincia, por lo que el gobierno conservador británico presentó al Parlamento un proyecto de ley para modificar el protocolo de forma unilateral, aún a riesgo de desatar una guerra comercial con la UE.
El lenguaje cauto utilizado este martes por Cleverly contrasta con el tono optimista que mostró el primer ministro Rishi Sunak la semana pasada, cuando dijo sentirse confiado en que con pragmatismo y buena voluntad llegará la solución al diferendo posbrexit.
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