Estamos seguros y percibimos que hay una disposición, afirmó el defensor de los derechos humanos, luego de la instalación en Caracas de la mesa de diálogo entre las delegaciones del Ejecutivo de Gustavo Petro y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), después de cuatro años de suspensión.
Manifestó tener fe y esperanza y que los cambios de la delegación de paz del Gobierno son ciertos y reales, y en pocas horas, apuntó, hemos empezado a “experimentar sintonías” con la delegación de paz del ELN.
Estamos en un momento histórico, casi único para el país, y no podemos ser menores ante esa responsabilidad que tenemos con las generaciones presentes y las del futuro y con las memorias de quienes nos antecedieron, reflexionó.
El político colombiano indicó que en el escenario de diálogo van a participar todos, al tratarse de un proceso incluyente, sin exclusión alguna, en el que hay militares retirados que participaron en la guerra, pero también hay sectores importantes de la economía.
También, señaló, hay expresiones del ambiente, de las mujeres, de los derechos humanos, porque este gobierno de dialogo pasa por el respeto a la vida, acotó.
Remarcó que para construir consensos de proyectos de nación y de país, “no hay cierre para nadie” ya que el Ejecutivo de Petro es para el fortalecimiento de la democracia y para reconstruir el estado de derecho en muchos territorios de Colombia.
Eso pasa, opinó, por el diálogo y por solucionar asuntos y deudas históricas, y a todos nos une el propósito de una patria y una nación para todos y todas.
Cepeda apuntó que en el centro de este dialogo hacia la paz está la vida de los seres humanos, de la dignidad que significa libertad, el temor de no ser asesinado o desaparecido, el respeto a la aposición, la construcción de instituciones locales y nacionales que estén al servicio de la vida.
Tenemos un horizonte de dialogo para dirimir, pactar y para ir generando esas transformaciones, aseguró.
El alto comisionado para la Paz de Colombia, Danilo Rueda, por su parte, expresó que cree en la promesa del gobierno, el cual quiere que ese mandato constitucional se haga real.
Estamos abocados, dijo, a unas conversaciones en la que las partes quieren un cambio real y ven la paz no solo como un problema de dejación de las armas, sino articulado con la necesidad de cambio que beneficien a las comunidades.
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