En un Zócalo repleto tras casi seis horas de desfile popular, en la parte final y más esperada de su discurso, el mandatario dio una explicación histórica y filosófica del término que más se ajusta a su programa de gobierno.
A este lo considera la cuarta transformación en la historia reciente de México, la primera encabezada por Miguel Hidalgo en 1810, la segunda por Benito Juárez con la reforma en 1857, y la tercera por Francisco Madero en 1910 con la Revolución Mexicana.
Aunque se inspira en la frase del filósofo griego Julio Terencio, dijo que su propuesta se nutre de ideas de la patria y de lo que significa el movimiento transformador de su gobierno.
Pero lo esencial, dijo, proviene de la grandeza cultural milenaria y fecunda de sus antepasados y la historia política y patriota que enaltece a México, pues ambas eran profundamente humanistas.
En ese sentido, enfatizó en la independencia y soberanía de México, la no aceptación de imposiciones, su vocación de deberse al pueblo y en favor de la proclama de Hidalgo de que el pueblo que quiera ser libre lo será.
Agregó que un principio básico de la democracia es actuar como lo hizo el insigne Francisco Madero en 1910 contra dictadura porfirista y eso se recoge en la frase.
Dijo que la propuesta se desprende también de su fundamento político, económico y social, y de nuestra tesis de que no basta el desarrollo económico si sus beneficios no llegan al pueblo, por tanto no es correcto que todo se mida por el crecimiento, el cual no refleja las realidades sociales, acotó.
Atender a los más pobres, buscar que todo el mundo sea feliz, está en la esencia de esa frase porque todo eso es humanismo, expresó.
¿Y quién defiende la democracia? se preguntó y respondió a sí mismo: El pueblo, pues esta proviene de él. Defender esos principios es parte de la revolución de las conciencias que estamos haciendo, y pidió a todos hacer realidad el humanismo mexicano.
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