Injerencia externa, discrepancias entre los bloques parlamentarios y agravamiento de las condiciones de vida reflejan en las boletas en blanco la ausencia de consenso y lo complejo de la realidad libanesa cuando asoma el fantasma de la guerra civil.
Tras siete sesiones, ningún candidato cuenta con el respaldo de la mayoría legislativa y el tablero político mantiene en el juego los nombres de Michel Moawad y Suleiman Franjieh como los favoritos entre la comunidad cristiana maronita a ocupar el cargo de jefe de Estado.
De acuerdo con reportes locales, un grupo de partidos insisten en proceder con el representante Moawad, a quien el lado contrario considera una figura desafiante, mientras las posiciones del jefe de la Corriente Patriótica Libre, Gebran Bassil, retrasan el nombramiento del líder del Movimiento Marada, Franjieh.
Según el diario Al Diyar, el dúo chiita de Hizbulah y Amal junto a una gran proporción de diputados sunitas e independientes a excepción de su bloque respaldan a Franjieh, en tanto Fuerzas Libanesas, el Partido Progresista, el Kataeb y otros, apoyan a Moawad.
En este contexto, la candidatura del Comandante General del Ejército libanés, Joseph Aoun, para la presidencia centró el debate en los últimos días en reuniones que tienen lugar dentro y fuera de la nación.
En el extranjero, el Consejo de Seguridad de la ONU enfatizó en la urgencia de elegir sin demora al nuevo mandatario, y Francia, Estados Unidos, Arabia Saudita y Qatar mueven fichas en la escena libanesa como tradicionales influyentes, precisaron analistas.
Ante este panorama, el titular del Partido Socialista Progresista, Walid Jumblatt, insistió en entrevista con el sitio Al-Anbaa del beneficio de designar un mandatario del diálogo y con características para abordar los desafíos económicos y sociales.
Jumblatt calificó de absurdo prolongar el vacío de poder y la parálisis en todos los campos en medio de las dificultades de los libaneses.
Sobre este tema, el vicepresidente del Consejo Ejecutivo de Hizbulah, Sheikh Ali Damoush, puntualizó que después del fracaso de la lógica de desafío y confrontación durante siete sesiones parlamentarias no hay un camino realista para la elección de un presidente de la República.
En este sentido, el miembro de la Resistencia islámica libanesa denunció las presiones de Estados Unidos y sus aliados de Occidente y enfatizó que la vía mejor y más rápido para nombrar al próximo jefe de Estado es el diálogo, el entendimiento y el consenso, y «por lo tanto las fuerzas políticas deben asumir su responsabilidad».
A la luz de las circunstancias actuales, el diputado Qassem Hashem defendió una personalidad consensuada con especificaciones nacionales inclusivas para emprender un camino salvador y al margen de cualquier apuesta y dictado externo.
En esta línea de pensamiento, el jefe del Movimiento del Pueblo, el exdiputado Najah Wakim, consideró que no hay esperanza de soluciones en este sistema político, alertó sobre una guerra civil y la dependencia de una señal de Estados Unidos.
Sin novedad en los círculos políticos de cara a la octava sesión presidencial de este jueves, la entrada del aumento del dólar aduanero a 15 mil libras libanesas encendió el temor entre los ciudadanos ante la pérdida del poder adquisitivo.
Líbano sortea la agudización de la peor crisis de su época moderna y las festividades navideñas y de fin de año llegarán opacadas por la elección del presidente de la República número 14 después de la independencia.
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