Durante un encuentro con la prensa acreditada del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano, que acontece en esta capital hasta el 11 de diciembre, realizadores de Brasil, Colombia y Argentina expusieron sus experiencias y desnudaron los conflictos de hacer cine en el panorama económico, político, tecnológico y social de la región.
De acuerdo con el colombiano Andrés Ramírez Pulido (La jauría), actualmente la producción tiene el respaldo del Fondo de Desarrollo del Cine, iniciativa promulgada junto a la Ley que rige esta esfera desde hace dos décadas, pero que se ha visto afectada por el bajo consumo de la filmografía local y las transmisiones digitales.
«En el 2003 se creó la legislación que permite de financiar el cine colombiano por medio de contribuciones tributarias lo que va al fondo de desarrollo, el cual financia prácticamente el 90 por ciento de las películas qué se hacen en Colombia», explicó el realizador.
Asimismo, apuntó que esta iniciativa ha propiciado el surgimiento de nuevas voces, pese a la debilidad que exhibe la estrategia en los ultimos años, por los bajos índices de asistencia a las salas, el protagonismo de internet y el «divorcio entre el público colombiano y su propio cine».
En ese sentido, el también director de esa nación suramericana Fabián Hernández (Un Varón), señaló el reto de sostener un discurso estético en un ambiente permeado por el poder de Netflix, Amazon y otras empresas, que poseen mayores presupuestos y controlan los procesos creativos, por lo cual los talentos se dirigen hacia esas opciones comerciales.
Por su parte, la brasileña Flávia Neves (Fogaréu) acotó las diferencias del panorama de su país en el trabajo de las plataformas de streaming, que manejan tarifas muy bajas, casi explotadoras, debido a ineficiencia de las entidades reguladoras, que además, pretenden influir en la elección de elencos y otras decisiones.
De igual forma explicó, que el cine independiente sufrió una época de parálisis durante la administración de Jair Bolsonaro, incluso con presupuesto para su desarrollo porque está destinado para ello y no puede usarse con otro fin, al tiempo que destacó la llegada de un contexto más alentador con el nuevo mandato de Luiz Inácio Lula da Silva.
En el caso de Argentina el desarrollo del cine y el impacto de internet parece que encontraron un punto común, en el cual continúa la producción respaldada por entidades, leyes y regulaciones de recorrido por salas, aunque persiste el reto de ganar audiencias, señaló Ulises Porra (Carajita), durante la cita del cine cubano.
Sin embargo, refirió que durante el gobierno de Mauricio Macri se aprobaron proyectos que no iniciaron el proceso de rodaje y ahora se registra un gran atraso, aparejado a la crisis inflacionaria, que obliga a ejecutar películas con presupuestos inferiores a los costos de producción actuales.
«Igualmente persiste el reto de lograr que las personas vayan a las salas cuando los gigantes regantes del streaming tienen controlado la difusión de la filmografía», espetó Porra, quien agregó el daño ocasionado por la pandemia al sector, pues existe el temor de regresar al cine.
Un hecho destacable en este panorama fue el récord de audiencia registrado por la película Argentina 1985, dirigida por Santiago Mitre, que registra más de un millón de espectadores en su país tras su estreno en septiembre pasado, lo cual resulta alentador cuando fue una producción financiada por Amazon, con todas las cláusulas de difusión que eso conlleva.
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