Durante esos dos años el aumento del PIB se basa en la aportación de la demanda interna neta de existencias del 4,2 por ciento en el primero y del 0,5 por ciento en el segundo, mientras que la demanda exterior neta aportaría una contribución negativa en ambos de 0,5 y 0,1 puntos porcentuales respectivamente, indica el reporte.
Por otra parte, se calcula que este año los inventarios hagan una contribución positiva marginal del 0,2 por ciento, que se calcula en 0,1 puntos durante 2023.
Se espera que las inversiones constituyan el motor de la economía italiana tanto en el año en curso, con un crecimiento del 10,0 por ciento, aunque no tanto en el próximo, cuando se estima un aumento de apenas 0,2 puntos porcentuales.
El empleo, medido en términos de unidades de trabajo, marcará en esos dos años un crecimiento superior al del PIB, con un incremento más pronunciado en 2022 del 4,3 por ciento, que en 2023 llegará solo a un 0,5 por ciento.
De acuerdo con un análisis basado en esos datos, publicado este martes en el sitio digital especializado Milano Finanza, las señales para los próximos meses en Italia parecen contradictorias.
Por un lado, según señala, las mejoras en la confianza de los operadores y en el mercado laboral registradas en octubre respaldan la posible estabilidad de los ritmos de producción.
Por la otra parte, apunta ese medio, en el tercer trimestre aumentaron las empresas manufactureras que señalan a los mayores costos y precios como un obstáculo para las exportaciones, así como las compañías que consideran que la demanda insuficiente afecta la producción.
Sin embargo, según subraya el Istat, «el escenario de previsión se caracteriza por unas hipótesis especialmente favorables sobre la senda de reducción de precios en los próximos meses y la completa ejecución del plan de inversiones públicas previsto para el próximo año”.
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