Por Alejandro Gómez
Corresponsal jefe en Costa Rica
Cuando todos creían que el histórico Partido Liberación Nacional (PLN) volvería al poder tras ocho años de gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC), el prácticamente desconocido Rodrigo Chaves, candidato de una fuerza incipiente como el Partido Progreso Social Democrático (PPSD), logró colarse en el balotaje y ganarlo por amplio margen.
Su campaña electoral estuvo basada en el ataque a los partidos tradicionales que nada hicieron -según Chaves- por acabar con males que aquejan a los habitantes de esta nación centroamericana desde hace años, como el desempleo y la pobreza, y nuevos como la violencia y el alto costo de la vida.
Comerse la bronca, frase célebre del candidato presidencial Chaves, caló entre los costarricenses al punto que, contrario a la mayoría de las encuestas y los vaticinios de expertos, lo ubicó en segundo lugar en la primera vuelta de los comicios generales de febrero pasado.
El expresidente José María Figueres (1994-1998), con 27,26 por ciento, ganó la primera vuelta de la contienda, por delante del aspirante del PPSD, quien de manera sorpresiva obtuvo un 16,70 por ciento de los votos válidos emitidos.
En todas las encuestas previas al proceso electoral, Chaves aparecía en cuarto, quinto y hasta sexto lugar, pero las urnas dijeron otra cosa, al igual que en el balotaje, donde se impuso con el 52,88 por ciento de los sufragios válidos contabilizados.
Una muestra del descontento popular con la política tradicional estuvo en que en la primera ronda el abstencionismo llegó a un 40,29 por ciento, récord para comicios generales desde 1953, superando el 35,3 por ciento de ausencia a las urnas del proceso electoral de 1958, el 34,8 por ciento de 2006 y el 34,3 por ciento de 2018.
Ya en el poder desde el 8 de mayo para el período 2022-2026, Chaves no deja su discurso populista, y al parecer, siete meses después y con algunas de promesas incumplidas, le está pasando factura en la evaluación de su gestión por parte de los costarricenses.
PÉRDIDA DE RESPALDO POPULAR
Si al inicio de su mandato tenía casi un 90 por ciento de aprobación, seis meses después el mandatario tico perdió más de 10 puntos porcentuales del respaldo popular.
Analistas, sindicatos, partidos y buena parte de la prensa local consideran que ataques infundados, la poca tolerancia y castigo de subordinados que se le oponen comienzan a develar el verdadero Chaves, oculto tras ese populismo, quien esconde según esos observadores, posturas calificadas de autoritarias.
Sus conferencias de prensa de los miércoles, tras el habitual Consejo de Gobierno, constituyen ejemplos de esos actos que preocupan a los detractores porque, entre otras intenciones, busca enfrentar al pueblo con los legisladores que no votan a favor de los proyectos de ley del Ejecutivo.
Entre estos, recientemente miembros de su gabinete, incluso él mismo, tuvieron que participar en negociaciones con diputados de la Asamblea Legislativa para la aprobación del proyecto legal sobre los eurobonos -emisión de títulos valores con vistas a venderlos en el mercado internacional- a fin de utilizarlos en el pago de la deuda pública.
Además de no conseguir el monto al que aspiraban, de seis mil millones de dólares (aunque se llamen eurobonos), sino de cinco mil millones, el Ejecutivo tuvo que aceptar ciertas condiciones para, luego de la emisión de tres mil millones de dólares en títulos valores, los últimos dos tractos de mil millones de dólares fueran cada uno en 2024 y 2025.
Instalación de escáneres en las aduanas y la Hacienda Digital aparecen entre las principales condiciones de los legisladores, así como un estricto control de los recursos obtenidos por la venta de los eurobonos.
RECHAZO A DECISIÓN DEL PRESIDENTE
Pero el mayor rechazo a una decisión presidencial y de su Consejo de Gobierno aún está en desarrollo y la anunció el pasado 7 de diciembre, cuando reveló haber aprobado la suspensión y llevar a la justicia a cinco miembros de la Junta Directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), encargada de la salud pública en Costa Rica.
A esos cinco directivos, Chaves sumó al expresidente de la Junta Directiva de la CCSS Álvaro Ramos, a quien destituyó en septiembre pasado porque favoreció un ajuste salarial para los poco más de 62 mil empleados de esa entidad autónoma y haber negado -como lo hizo el mandatario tico- que esa institución estuviera quebrada.
Partidos, sindicatos, agrupaciones del sector privado y universidades condenaron la decisión de Chaves al calificarla de injerencia indebida en la autonomía de entidades y reiteraron la preocupación por lo que consideran el sesgo autoritario y antidemocrático que viene mostrando el Gobierno, al tomar una medida absolutamente ilegal e improcedente. Para el Partido Vanguardia Popular (PVP, comunista) este accionar del gobierno de Chaves solo lleva a escenarios autoritarios que provocarán la confrontación, y aumentarán la pobreza y la miseria del pueblo.
Analistas locales estiman que la luna de miel presidente-pueblo podría estar llegando a su final, porque a los casos anteriores le suman su promesa incumplida de bajar el costo de la vida, haber aprobado un incremento salarial del 100 por ciento para sus ministros y viceministros, y oponerse al ajuste salarial de los empleados de la CCSS.
Todavía es temprano para asegurar ese divorcio, o al menos un incremento aún mayor de la impopularidad del gobierno de Chaves, pero sí es incuestionable que todo dependerá de los golpes de timón del nuevo conductor del barco llamado Costa Rica. arb/ale
