Denunció que esta última fue obstaculizada por legisladores conservadores corruptos, un bloqueo sin justificación, una actitud irracional y politiquera porque no podíamos dejar que el Instituto Nacional Electoral (INE), una institución al servicio de minorías, de una oligarquía que se sentía dueña de México, se mantuviese sin cambios.
Establecieron la consigna de que al INE no se le toca, pero en una democracia nadie puede ser intocable, es la voluntad del pueblo el que manda, el que decide y no se le puede decir que no puede tocar a nadie, expresó.
Por eso, añadió, mandamos la reforma a la ley electoral, la cual planteaba reducir a la mitad el presupuesto de los partidos, y quisimos ahorrar 15 mil millones de pesos (750 millones de dólares) para construir más de 100 centros de rehabilitación y eso no lo tomaron en cuenta.
A esos líderes de los partidos, los oligarcas, y sus voceros qué les pueden importar que se derroche y malgaste el dinero del presupuesto, aseguró.
Hubo gente de buena fe, dijo, que se dejó manipular y les metieron en la cabeza que lo que buscábamos era apoderarnos del INE, que íbamos a manejar el padrón electoral y que el propósito era que yo me reeligiera, una mentira porque son muy calumniadores y falsarios.
Otra cosa se buscaba con la reforma, recordó, es que no hubiera 500 legisladores sino 300 y que los 200 restantes, quienes no eran electos por el pueblo sino por la cúpula de los partidos, fueran eliminados porque no hacen falta.
López Obrador afirmó que tampoco se pudo que fuera el pueblo quien eligiera a los consejeros del INE y del Tribunal Electoral y no el congreso o los partidos como hicieron los de Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI) que, por ser los mayoritarios, escogieron la mayoría de esos funcionarios que están a su servicio, para cometer fraudes.
De allí vienen el actual presidente del INE, Lorenzo Córdova; y su segundo, Ciro Murayama, pero esto es así desde tiempo atrás, y con el Tribunal Electoral ocurre lo mismo, sus magistrados son resultado de un reparto y fueron los que le robaron la presidencia en 2006 para dársela a Felipe Calderón, y todos lo avalaron, concluyó.
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