Los somalíes se encuentran en una situación crítica debido a una sequía histórica provocada por cinco temporadas consecutivas de lluvias fallidas, lo cual provocó que se dispararan los precios de los alimentos.
El representante en Somalia de la agencia de la ONU, Etienne Peterschmitt, indicó que la asistencia humanitaria ayuda a prevenir situaciones extremas, sin embargo, este apoyo no es suficiente para detener la amenaza de la hambruna más allá de unos cuantos meses, agregó.
“Se deben tomar medidas reales no sólo para ayudar a las comunidades a satisfacer sus necesidades inmediatas, sino también para que puedan adaptar sus medios de vida y desarrollar resiliencia frente a las crisis climáticas y los impactos económicos, preparándolos para lo que les depare el futuro”, aseveró.
Advirtió también que, si de verdad se quiere evitar la hambruna y no sólo retrasarla, hará falta un apoyo sostenido a gran escala hasta mediados o finales de 2023.
Se estima que más de 200 mil personas sufren escasez catastrófica de alimentos en Somalia y la cifra aumentará a 700 mil en 2023, según la FAO.
Por otra parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) indicó que miles de niños gravemente desnutridos corren el riesgo de morir en esa nación africana, por lo que exhortó a los donantes a aumentar su apoyo.
La última hambruna en ese país africano, en 2011, acabó con las vidas de un cuarto de millón de personas, la mitad de ellas antes de que se declarara oficialmente dicho flagelo.
Además de una aguda crisis alimentaria, Somalia sufre los embates de la violencia, al calor de enfrentamientos armados entre el Ejército y el grupo extremista Al-Shabab (Los Jóvenes, en árabe), el cual controla amplias zonas del centro y sur del territorio nacional.
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