En conferencia de prensa, De Carlotto aseguró que encontrar y restituir la identidad del nieto 131 es un motivo de felicidad y refuerza la esperanza de dar con el paradero de los que faltan.
Nadín nació el 13 de diciembre de 1947 en la ciudad de Mendoza, en la región del Cuyo, y era profesora de Francés, Latín y Griego, en tanto Quevedo era seis años mayor y vivía en la localidad de San Carlos.
Ambos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo, donde eran conocidos como Chiquita y Dipy.
Entre septiembre y octubre de 1977, cuando la joven estaba embarazada de dos o tres meses, fueron secuestrados en la ciudad de Buenos Aires y llevados a los centros clandestinos Club Atlético y El Banco.
Según precisó la presidenta de la asociación, por testimonios de sobrevivientes, pudo saberse que Nadín fue sacada de la segunda instalación entre marzo y abril de 1978 para dar a luz.
Hay sospechas de que el parto pudo producirse en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada. Desde entonces no se supo nada más de la pareja ni del bebé, indicó.
Asimismo, explicó que la búsqueda fue iniciada por familiares que desconocían que la muchacha estuviera embarazada.
A partir de información proporcionada por quienes la conocieron, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Mendoza realizó una denuncia formal en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y en 2004 se confirmó que la joven estaba en período de gestación, apuntó.
Un año más tarde la familia Nadín acudió al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).
Mediante investigaciones realizadas se identificó a un hombre que podía ser hijo de personas desaparecidas y en 2019 la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños Durante el Terrorismo de Estado fue a la Justicia, añadió.
El Tribunal Federal 4 logró localizar al joven el 14 de septiembre de este año y lo invitó a realizarse los análisis correspondientes.
El hombre aceptó hacerse el estudio genético y ayer el BNDG comunicó la feliz noticia: es el hijo de Lucía y Aldo, expresó De Carlotto.
En estos 45 años de lucha, las Abuelas resolvimos 131 casos. En los últimos tiempos, a pesar de la pandemia de la Covid-19, seguimos trabajando con esperanza y con la convicción de que encontraremos a nuestros nietos, afirmó.
Además, comunicó que desde 2018 se analizaron muestras de más de dos mil personas con dudas sobre su identidad por presentación espontánea y 400 por requerimiento de la Justicia.
Se trata de un trabajo constante, silencioso, paciente y amoroso, pero todavía falta mucho y el tiempo no se detiene. Ya despedimos a varias de nuestras compañeras y muchas de ellas no pudieron concretar el merecido abrazo, señaló.
Nuestros nietos ya rondan los 45 años de edad y seguramente son hombres y mujeres con una vida construida por su trabajo, saberes, amores, preferencias, deseos y familias constituidas. Las abuelas les decimos que queremos sumar verdad a su historia y los esperamos con amor, agregó.
Para lograr tal propósito pidió la cooperación de la sociedad: “cualquier dato o sospecha es suficiente para acercarse. No se guarden la información ni se queden con la duda, rompan el silencio”.
lam/gas