Las razones de su elección se deben, en gran medida, a que las búsquedas del vocablo aumentaron en mil 740 por ciento en 2022 en comparación con el año anterior, señaló la casa editora especializada en diccionarios.
Y aunque no hubo un suceso específico que generara ese incremento, muchos lo relacionan con el estreno de la miniserie Gaslit, una versión moderna del escándalo político de Watergate, producida por Sam Esmail y protagonizada por Julia Roberts y Sean Penn.
La serie tomó su nombre de la obra de teatro Gaslight (luz de gas en español), escrita por el dramaturgo británico Patrick Hamilton en 1938, y por la película homónima de 1944, un thriller psicológico dirigido por George Cukor y con los actores Charles Boyer, Ingrid Bergman y Angela Lansbury.
El largometraje narra las estrategias de un músico para convencer a su esposa de que sufre alucinaciones y fallos de la memoria; su objetivo es trastornarla y hacerle creer que está perdiendo la razón, para ello urde un plan macabro en el cual sobresale la acción de encender y apagar las luces de gas de una casa de la Inglaterra victoriana. De ese modo, la lleva a dudar de su criterio y puede ser doblegada a su voluntad.
Esta manipulación psicológica a la que es sometida la intérprete quedó acuñada con el término de gaslighting y hoy en día se define como “el acto o la práctica de engañar a alguien, especialmente para beneficio propio”.
Merriam-Webster precisa que este tipo de maltrato por lo general se emplea durante un período de tiempo prolongado, lo que hace que la víctima cuestione la validez de sus pensamientos, de su percepción de la realidad o de sus recuerdos, y suele provocar confusión y pérdida de confianza y de autoestima.
Por su parte, la psicóloga de la Universidad de Buenos Aires Valeria Bedrossian admite que, aunque se trata de una expresión coloquial para definir lo que en psicología clínica se llama “descalificación”, el uso de un popular término resulta muy útil a la hora para reconocer este comportamiento.
En los últimos años, según los especialistas, su significado se aplica tanto a circunstancias personales como políticas. Engloba de forma más amplia al acto de engañar gravemente a alguien para beneficio personal, lo que lo hace estar en línea con otros vocablos modernos que pueden hacer referencia a la manipulación como noticias falsas o inteligencia artificial.
“La idea de una conspiración deliberada para engañar ha hecho que gaslighting sea útil para describir mentiras que son parte de un plan mayor”, añade la editorial.
Al conocerse la palabra del año en Estados Unidos, muchos la asociaron con las prácticas del expresidente Donald Trump a la hora de responder ante las frecuentes denuncias de abuso durante su campaña y mandato presidencial.
Otros, en cambio, no pudieron evitar relacionarla con la violencia de género o con las tácticas corporativas de marketing. Como sea, a todos quedó claro que el gaslighting, bien sea en el cine o la literatura, en la política o en la comunicación, campea sobre la sociedad con más sombras que luces.
(Tomado de Cuarta Pared, suplemento cultural de Orbe)