Para muchos habitantes del norte, en particular los estados fronterizos con el vecino país y dentro de estos las zonas más altas, padecen temperaturas de hasta menos siete a 10 grados y más bajas aún, con intensas nevadas que, por suerte, no han afectado ni la electricidad ni el suministro de gas.
Quienes la pasan peor son los migrantes hacinados en las riberas del río Bravo a quienes las autoridades han tenido que auxiliar en precarios albergues en los que literalmente se congelan, en especial los niños que se quejan mucho del frío, pero sus padres persisten en cruzar a la otra orilla donde los desprecian.
Las familias mexicanas más pobres del norte, o de intrincados montes, procuran calentarse con lo que pueden pues no todos tienen calefactores eléctricos o a gas, y están esperanzados de que a este frente polar, que debe concluir este martes, no siga otro igual o peor.
En cambio, para algunos capitalinos la nieve caída en tres alcaldías, Tlalpan, Milpa Alta y Cuajimalpa con menos cinco grados, o el aguanieve en las zonas altas como el Pico del Águila, los pueblos de Santo Tomás y San Miguel Ajusco, Parres El Guarda y San Miguel Topilejo, así como en parajes como Las Cruces, La Cantimplora, El Capulín, es fiesta y salen con los niños en caravana como si fueran para Alaska.
Un cuadro más triste y en nada festivo se observa en la gente de calle que se ven obligados a dejar sus esquinas y bancos públicos donde el día entero permanecen con la mano extendida sin que se les canse en busca de misericordia, y se refugian en la entrada de las iglesias desde cuya oquedad sale un calorcito mezclado con incienso que los ayuda.
Protección Civil llamó a la población en general, y en específico a los turistas, a abstenerse de visitar esas zonas capitalinas, ya que representan riesgos por las bajas temperaturas, la presencia de hielo y la carretera húmeda, peligrosa para conducir.
En el Veracruz que sirve de malecón del golfo, los vientos tropicales fueron empujados por los del polo y la Xalapa verde quedó blanca como una sábana.
Es la primera nevada de esta temporada que convirtió las colinas de Cofre de Perote en paisajes navideños alpinos, y atrajo a decenas de amantes al céfiro a exhalar humo invernal, mientras los niños, enterradas sus piernas 10 centímetros en la nieve, hacen muñecos con ojos de ciruelas y nariz de rábano, ajenos a todo en su inocente mundo impoluto.
oda/lma