Claudia González Corrales*
Quizás la causa de las sonrisas desde el Despacho Oval podría venir de la mano de las elecciones de medio término del 8 de noviembre, en las cuales ninguno de los senadores de su partido (Demócrata) cedió ante los candidatos republicanos en sus contiendas para el puesto en el Congreso.
Contra criterios de especialistas y encuestas que vaticinaban una “ola roja” (por la presunta mayoría que alcanzaría la fuerza política conservadora), y en medio del alza del costo de la vida para los estadounidenses, el equipo de Biden desafió tendencias históricas en las que las filas en el poder pierden escaños en la legislatura.
Si bien la Cámara de Representantes quedó dominada por los republicanos (con 222 asientos de los 435), los demócratas retuvieron el control de 51 escaños del Senado (de 100), para evitar estar a expensas del voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris, que ya utilizó en 26 ocasiones en la primera mitad de gobierno.
Sin embargo, esos mismos resultados significan que a partir de enero de 2023 el mandatario tendrá que maniobrar los dos años restantes de su mandato entre un Congreso más dividido que hará más difícil el desarrollo de su agenda.
A juicio de Wesley Leckrone, catedrático de la Universidad Widener en Pensilvania, los republicanos van a hacer todo lo posible para bloquear cualquier logro,¡ y es por eso que resultará difícil para Biden conseguir que el presupuesto federal sea aprobado.
Por su parte, Steven Smith, profesor en la Universidad Washington en San Luis, Misuri, declaró que el objetivo de los conservadores será demostrar que los demócratas no pueden gobernar, en un contexto donde los políticos tendrán en mente las elecciones de 2024.
¿ADMINISTRACIÓN CON SEÑALES DE VIDA?
Según declaró a Prensa Latina el especialista del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de Cuba Carlos Ciaño Zanetti, en la segunda mitad de 2022 el Gobierno empezó a dar señales de vida con la aprobación de varias normativas, como la Ley de Reducción de la Inflación, si bien no fue en la magnitud que el presidente pretendía.
En agosto, la Casa Blanca anunció que condonaría parte de la deuda contraída por cerca de 40 millones de ciudadanos para pagar sus estudios universitarios, plan que, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, costará unos 400 mil millones de dólares en 30 años.
Sin embargo, la orden chocó contra dos sentencias judiciales emitidas en las últimas semanas que detuvieron efectivamente el programa, el cual deberá esperar hasta febrero para una revisión del Tribunal Supremo y ver si será posible restablecer la iniciativa ya solicitada por más de 20 millones de estadounidenses.
En junio pasado, Biden rubricó la Ley bipartidista para el control de armas de fuego, un mes después de la masacre en la escuela primaria Robb de la ciudad de Uvalde (Texas), donde 19 niños y dos maestras murieron en lo que se ha considerado el segundo tiroteo más mortífero en una institución educativa en Estados Unidos.
Otras tragedias que conmocionaron el país ocurrieron el mes pasado, cuando un hombre mató a cinco personas e hirió a 25 en un club en Colorado de la comunidad Lgbtiq+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero, Intersexuales y Queer), mientras seis trabajadores de una tienda de Virginia fallecieron cuando el gerente abrió fuego contra ellos.
EL SEGUNDO AÑO MÁS VIOLENTO PARA EEUU
Según la organización Gun Violence Archive, en Estados Unidos hubo más de 600 tiroteos masivos durante tres años consecutivos y en lo que va de 2022, 43 mil 668 personas fueron víctimas fatales como consecuencia del uso de armas de fuego.
En el actual año ocurrieron 639 incidentes en los que cuatro o más personas, además del atacante, recibieron disparos, lo que sitúa a esta nación en camino de alcanzar unos 675 antes de que concluya diciembre.
Las estadísticas de 2021 cerraron con 690 tiroteos masivos en todo el país, frente a los 610 de 2020 y los 417 de 2019, por lo que 2022 muestra el segundo total anual más alto desde que los investigadores de Gun Violence Archive comenzaron a rastrear los datos.
En este tiempo, la retórica del mandatario estuvo a favor de la prohibición de las armas de asalto, y en un discurso a finales de agosto llamó a actuar “para que nuestros niños puedan aprender a leer en la escuela, en lugar de aprender a agacharse y cubrirse”.
El hecho es que, si bien las agresiones de este tipo dejaron pocos lugares ilesos en el país, muchos estadounidenses consideran sacrosanto su derecho a portar los artefactos letales, consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución y estudios alertaron cómo crecen las cifras de personas que lo ejercen todos los días.
El 2022 también estuvo marcado por el alza de los crímenes de odio por la orientación sexual, la violencia política (incrementada sobre todo después del asalto al Capitolio, el 6 de enero de 2021) e incluso ciertos grupos pidieron al Gobierno combatir más eficazmente el terrorismo doméstico y las amenazas de los llamados supremacistas blancos.
Otra cuestión que hizo tambalear los pies del presidente fueron las críticas a su manejo de la crisis migratoria en la frontera con México, sobre todo a raíz del Título 42, herencia de la administración de Donald Trump (2017-2021) que permite expulsar a indocumentados en Estados Unidos sin darles oportunidades de asilo.
Había expectativas de que el mandatario levantara la orden cuando asumiera el cargo (el 20 de enero de 2021), dadas las promesas de su campaña de construir un sistema de inmigración más humano.
No obstante, entre litigios legales, su administración terminó extendiendo la normativa, criticada por defensores de inmigrantes y expertos en salud pública, hasta que en noviembre el juez Emmet Sullivan calificó la prohibición de “arbitraria y caprichosa” y determinó que su aplicación debía cesar.
En teoría, el Título 42 estará vigente hasta el 21 de este mes, pero estados de tendencia conservadora recurren a mecanismos legales para mantenerlo en nombre de la “seguridad fronteriza”, incluso cuando analistas consideran obsoleta la justificación oficial de su existencia desde marzo de 2020: el presunto riesgo para la salud en medio de la pandemia de Covid-19.
LA CASA BLANCA DE GALA
La primera visita oficial que organizó el demócrata desde que asumió el poder tuvo como invitado al presidente francés, Emmanuel Macron, quien recorrió la Casa Blanca por segunda vez en cuatro años.
A diferencia de la anterior estancia en 2018, cuando fue recibido por Trump, esta vez no hubo titulares sobre la siembra de un árbol que después murió, ni trascendió algún episodio como aquel en que el gobernante estadounidense sacudiera la presunta caspa del homólogo, sino más bien los focos estuvieron en cómo se estrecharon las manos.
El líder del Elíseo llegó a Washington en los últimos días de noviembre y su presencia fue interpretada como una vía diplomática para disolver el peligro de una guerra comercial con la Unión Europea, fundamentalmente a raíz de la Ley de Reducción de la Inflación.
La normativa, que en cada oportunidad Biden presenta como un gran logro, destinará hasta siete mil 500 millones de dólares en subsidios para los compradores de vehículos eléctricos e implica privilegios para los fabricados en territorio estadounidense.
Tal cuestión fue considerada en el llamado Viejo Continente como un golpe, pues Francia y Alemania son abanderadas en la producción de esos autos.
Entre flashes y abrazos, los gobernantes comparecieron ante la prensa para repetir que París es el socio más antiguo de Washington y, por lo tanto, “amigos incondicionales”.
Macron, quien antes calificó a la normativa de “proteccionista” y “súper agresiva”, y señaló que con ella la Casa Blanca corre el peligro de “fragmentar a Occidente”, asintió cuando Biden anunció: “hay modificaciones que se podrían hacer para facilitar la participación de países europeos”.
LAS 80 VELITAS DE BIDEN
El mandatario estadounidense cumplió el 20 de noviembre 80 años y pasó a la historia del país como el primero en funciones con esa edad, en medio de especulaciones sobre si ello afectará su futuro político, al punto de impedirle competir por un segundo mandato en la Casa Blanca.
El presidente de la autoproclamada “nación más poderosa” protagonizó episodios donde da la mano al aire, se cae, buscó durante un acto a una congresista que llevaba un mes fallecida, estuvo como perdido sobre un escenario sin saber muy bien qué hacer, olvida nombres, y debió esperar una “mano salvadora” que lo agarre del brazo y lo guíe hacia una silla.
Como indica un reporte del canal CNN, el hecho de que el demócrata sea el primer octogenario en la Oficina Oval es algo que pocos en su entorno están interesados en resaltar, pues en caso de que se impusiera en las elecciones generales de 2024, tendría 82 años durante su toma de posesión y 86 al final de un segundo período.
Para el analista político de la cadena Fox News Juan Williams, los estadounidenses quieren a un líder “lento y constante”, que haga las cosas y ofrezca una presencia tranquilizadora, lejos de la postura de su antecesor, marcada por el caos, los tuits de medianoche e insultos.
Incluso, el político republicano Newt Gingrich mencionó que hay que aprender a dejar de subestimar a Biden, y lo consideró el candidato “casi inevitable” de las filas identificadas con el color azul para los próximos comicios.
Sin embargo, por ahora el jefe de Estado prefiere mantener en suspenso su anuncio de si irá a la reelección, y dijo: “Espero que mi mujer y yo podamos escaparnos unos días entre Acción de Gracias y Navidad para tomar una decisión”.
Más allá de elucubraciones, lo cierto es que en agosto, el mismo mes en que dio la luz verde a su agenda enfocada en combatir el cambio climático y ampliar la cobertura médica, tuvo una recuperación en las encuestas, después de una mala racha en la que llegó a tener solo un 38 por ciento de aprobación.
Algunos sondeos actuales sitúan ese indicador entre 42 y 45 por ciento, lo cual permanece estable tras las elecciones de mitad de mandato.
Sin embargo, es importante recordar que Biden cayó desde un 48 por ciento de popularidad hace un año y un 60 por ciento de cuando asumió el cargo.
Sondeos de octubre indicaron que más de la mitad de los estadounidenses rechazan que el actual presidente o su predecesor luchen por otro mandato, pero la disposición del demócrata aparece como una opción sobre la mesa, que se aclarará a principios del nuevo año.
Con ese fin, el mandatario trata de recordar sus logros a los votantes preocupados por su edad, pero habría que ver entonces si ello logrará sacudir de las mentes los tropiezos que hoy refuerzan las preocupaciones sobre su salud y capacidad mental.
rmh/cgc
*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina