Por Ernesto Hernández Lacher
Redacción internacional
El aumento de los costos energéticos y los delitos violentos son algunas de las preocupaciones de los votantes suecos que marcaron el giro en este año, según analistas.
Luego de conocerse los resultados, la entonces jefa de gobierno Magdalena Andersson anunció su dimisión, pues los escaños obtenidos por la ultraderecha, los conservadores, los cristianodemócratas y los liberales le otorgaban a la oposición una mayoría en el Riksdag (Parlamento), al sumar 176 de los 349 diputados.
De esa forma despejó el camino para la ascensión de Kristersson, quien solo tuvo de oponente al líder de la extrema derecha Jimmie Åkesson.
El primer ministro es nombrado por el presidente del órgano legislativo que deberá ratificarlo más tarde.
La dimitente Andersson, de 55 años, fue la primera mujer al frente del gobierno en el país escandinavo y llegó al cargo en noviembre de 2021 para “enderezar su partido antes de las elecciones”.
Su agrupación dominó el escenario político sueco en los últimos 10 años, pues su antecesor Stefan Löfven estuvo siete años al mando.
Tras su investidura, Andersson apostó por la entrada de Suecia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), hecho considerado como un rompimiento con la línea histórica de los socialdemócratas y con dos siglos de no alineamiento militar de este país europeo.
En tanto, Ulf Kristersson es un político conservador de 58 años que tendió la mano a la extrema derecha en una alianza muy criticada y que se propuso terminar con el poder socialdemócrata.
Como parte de su segundo intento por acceder a la jefatura del gobierno, el licenciado en Economía se mostró defensor de recortes y controles a las prestaciones sociales; tiene seguidores entre los conservadores y socialdemócratas, y su imagen política se vio afectada por adicciones lúdicas que lo alejaron un tiempo de la política.
LA RAZON DETRÁS DEL CAMBIO
Analistas consideran que el ascenso de los partidos nacionalistas y antiinmigración no deja de sorprender en una nación considerada como “un bastión de tolerancia e igualdad”.
De acuerdo con declaraciones de la periodista y autora sueca Elisabeth Åsbrink, muchas de las características que en el extranjero definen a Suecia se perdieron y el auge de la ultraderecha así lo demuestra.
Las elecciones de septiembre revelaron que mucha gente siente que el estado del bienestar no les está dando lo que tienen derecho a esperar, afirmó en declaraciones a BBC Mundo.
Åsbrink agregó que la sociedad sueca pasó de una estructura basada en lo colectivo a otra asentada en el individualismo, y esa transformación afectó el sistema educativo, cambió los términos de jubilación y creó la descentralización del mercado laboral.
Por otra parte, la campaña electoral fue calificada por observadores de “atípica”, pues el debate no se centró en temas tradicionales como impuestos, escuelas y atención médica.
Ahora el nuevo gobierno se enfrenta a importantes desafíos como combatir la violencia callejera, creciente en los suburbios de las grandes ciudades, y el aumento de los precios de la energía y la inflación, entre otros temas.
En tanto, Estocolmo se prepara para sustituir a Praga en la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE) y en ese contexto numerosos expertos advierten que la influencia política interna del partido de extrema derecha Demócratas Suecos podría impactar en la agenda europea en el primer semestre de 2023.
Estocolmo regirá las negociaciones y los acuerdos con el Parlamento Europeo sobre actos legislativos claves para el continente, en un año que se prevé convulso en lo económico.
Las prioridades de Suecia estarán centradas en la seguridad, la recuperación energética, la transición ecológica y la preservación de los valores “democráticos” de la UE, según declaraciones oficiales.
Además, se prevé que el país se sume al resto de naciones comunitarias opuestas a los refugiados y la migración, como Italia, Polonia y Hungría.
En asuntos climáticos se da una paradoja, según Niels Paarup-Petersen, diputado y portavoz del Partido de Centro que apoyó una coalición de izquierda en las elecciones de septiembre pasado, en protesta por la anunciada colaboración de los Moderados con la extrema derecha.
No es ningún secreto que los Demócratas Suecos están lejos de querer aplicar una política climática ambiciosa. Ni siquiera existe una política climática clara en el acuerdo de coalición, afirmó.
Pero, según Tobias Hübinette, profesor de la Universidad sueca de Karlstad, la política medioambiental de la UE notará los efectos negativos del giro a la derecha del gobierno de Estocolmo.
Sin embargo, una de las cuatro prioridades de la presidencia sueca de la UE es la puesta en marcha de una transición verde como respuesta al “desafío climático global”, lo que Hübinette calificó de “paradoja difícil de explicar”.
En ese contexto se estrenó a fines de este año el ejecutivo del primer ministro Ulf Kristersson, quien deberá responder a sus electores sobre los altos costos energéticos y los delitos violentos, y por otra parte tendrá que conciliar las políticas comunitarias en un entorno especialmente convulso en los primeros seis meses de 2023.
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