Con el inicio del 2023, el pequeño país de los Balcanes dijo adiós a la kuna y pasó a ser el vigésimo país de la UE que asume la moneda común como principal.
Además, se unió formalmente al espacio Schengen, una amplia región de libre circulación conformada principalmente por países de la UE y por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein, en donde alrededor de 400 millones de habitantes transitan sin controles fronterizos.
Como consecuencia de esta decisión, un total de 73 puestos fronterizos detuvieron sus operaciones en las primeras horas de este domingo. En el caso de los aeropuertos, el final de los controles se producirá el 26 de marzo, por motivos técnicos.
La inclusión en este espacio también fortalecerá el sector turístico en una nación que durante el último año recibió un número de visitantes cuatro veces superior al de su población, de casi cuatro millones de habitantes.
Por otra parte, ante la nueva realidad, existen temores de que el cambio de moneda acentúe el aumento de precios; aún más después de los reportes de noviembre sobre una inflación del 13,5 por ciento, superior al 10 por ciento de media de la zona euro.
Sobre esta preocupaciones, Ana Babic, una dirigente del banco central croata, dijo a la prensa que todos los sectores de la sociedad, tanto los particulares como las empresas, se beneficiarán de la adopción del euro gracias a la disminución del riesgo en los tipos de cambio y a mejores condiciones en los préstamos.
La entrada en la zona euro y el espacio Schengen representan «dos objetivos estratégicos para lograr una mayor integración en la UE», destacó previamente el primer ministro conservador, Andrej Plenkovic.
Para celebrar estos nuevos ingresos, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó hoy al país balcánico que integra la UE desde 2013.
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