En promedio, según ese análisis, esos precios tuvieron un crecimiento de 8,1 por ciento, muy superior al de 1,9 observado durante 2021, y se destaca el hecho de que en los casos de la energía y los alimentos frescos el incremento neto este año marcó 3,8 puntos, cuando en el anterior apenas llegó al 0,8 dicho porcentaje.
En el último mes de 2022 la inflación subyacente, sin energía ni alimentos frescos, se aceleró del 5,6 al 5,8 por ciento, mientras que la que excluye energía aumentó de 6,1 a 6,2 puntos porcentuales, aunque los precios de los productos de alimentación, hogar y cuidado personal se desaceleraron tendencialmente del 12,7 al 12,6 por ciento.
El aumento cíclico del índice general se debe principalmente, según el Istat, al crecimiento de los precios de la energía regulada, del 7,9 por ciento, en tanto los de servicios recreativos, culturales y de cuidado personal crecieron 1,4 puntos, por estacionalidad, y los servicios relacionados con el transporte un 1,1 por ciento.
El costo de los alimentos elaborados se incrementó un 0,8 por ciento y los de otros bienes 0,6 puntos, aunque los efectos de estos incrementos fueron compensados ligeramente por una disminución porcentual del 3,9 en los precios de la energía no regulada y del 0,6 por ciento en el caso de los alimentos no elaborados.
Los expertos de ese instituto destacan en sus conclusiones que en 2022 los precios de consumo registraron un crecimiento medio anual del 8,1 por ciento, marcando el mayor aumento desde 1985, debido básicamente a la evolución de los precios de los bienes energéticos, con un alza porcentual de 50,9 en su media anual durante el pasado año.
Finalmente estiman que la inflación adquirida o remanente para 2023, es decir, el crecimiento promedio que ocurriría en el año si los precios se mantuvieran estables hasta diciembre próximo, será igual al 5,1 por ciento, muy superior a la de 1.8 puntos observada para 2022, agrega la fuente en su sitio oficial.
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