En el mundo de las artes visuales Glass es considerado el último de los surrealistas, por lo cual su muerte, aunque ya la edad y los achaques lo alejaban del pincel, es apreciada como una pérdida irreparable, sobre todo por tratarse de un artista de mucho ingenio, sabiduría y muy activo.
Precisamente la Secretaría de Cultura de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes preparaban para 2024 una gran exposición retrospectiva en el Museo Nacional de Arte en la cual van a seguir trabajando, pero ahora lamentablemente con el sello de postmortem.
Glass vivió en México muchos más años que en Canadá donde nació en 1932, pero a los 31 eligió a este país como su lugar de residencia y fue donde desarrolló su fructífera trayectoria que le mereció muchos reconocimientos, entre ellos la Medalla Bellas Artes 2017.
Museos como el del Palacio de Bellas Artes, el de Arte Moderno, el Tamayo Arte Contemporáneo y el de Arte Contemporáneo de Oaxaca exhibieron su obra, mientras que muchas de ellas se encuentran en numerosas colecciones internacionales.
Se cuentan entre ellas las de los museos de Arte Moderno de París, Francia, el de Ciudad de México, Montreal de Bellas Artes en Canadá y el Metropolitano de Nueva York, Estados Unidos, entre otros. Su obra también fue expuesta en España y Alemania.
Entre las más exquisitas y surrealistas están sus famosas cajas-objeto, las cuales creó a partir de elementos cotidianos, como botones, guantes, mechones de cabello, muñecos, conchas de mar o pedazos de tela, entre otros encontrados al azar en mercados de pulgas de diferentes países.
La Secretaría de Cultura de México, en la nota donde lamenta el fallecimiento del artista, comenta sobre las cajas que se trata de composiciones de gran belleza artística, en las cuales aparecen personajes como la reina Isabel I, el rey Luis II de Bavaria, así como el mar, el cielo o el universo, como parte o reflejo de su mundo maravilloso.
En la misma nota refiere que fue clave del movimiento surrealista y que Glass mostró, desde pequeño, un gran talento para el dibujo y la pintura. Asimismo, sus largas estancias en el ambiente silvestre del monte Saint-Bruno, en Canadá, afinaron sus sentidos y determinaron en gran medida su estilo artístico.
Glass, en una de sus confesiones, relató que luego de ver una calaverita de azúcar en la casa de Aube Elléouët, hija del pintor Breton, se sintió maravillado y decidió radicar en México.
«Sentí que quería vivir en un país que creaba objetos así; podría parecer una motivación modesta, pero para mí fue algo muy intenso… Como México era un país surrealista, todo era posible».
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