La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica lo caracterizó como Invest 90L y en su comunicado explicó además que un ciclón subtropical es un sistema de bajas presiones en las latitudes tropicales o subtropicales, en cualquier latitud desde el Ecuador hasta los 50 grados Norte, que mantiene las características de los ciclones tropicales.
Estas tormentas suelen tener un radio de vientos máximos que se extiende de 100 a 200 kilómetros más del centro que lo observado para ciclones tropicales.
El debate de los especialistas estaba centrado si se debió nombrar o no al evento hidrometeorológico como Arlene, primero en la lista de huracanes de 2023 en el Atlántico, pues presentaba características similares a otros formados anteriormente en la cuenca Atlántica.
Explicaron que el ciclón tuvo la apariencia e intensidad de vientos que algunos expertos trataron de compararlo con el ciclón tropical Alex de 2016.
Sin embargo, el Centro Nacional de Huracanes (NHC por sus siglas en inglés) no consideró a este sistema como para ser nombrado como Arlene y convertirse en una tormenta subtropical, hecho sin precedentes para un mes de enero.
A juicio de los expertos, el fenómeno se organizó mejor y su apariencia para el lunes 16 era de una tormenta subtropical con bandas nubosas y de precipitaciones cada vez más profundas envolviendo el centro del ciclón.
En algunos momentos el 90L llegó a tener un ojo bien definido, precisaron tras destacar que el NHC dio cero por ciento de probabilidades de que el sistema se organizara como una tormenta tropical oficial como para ser nombrada la primera de la temporada de huracanes de 2023 en el Atlántico.
Si fuera así, señalan, sería un hecho inusual por la zona de formación a 40 grados Norte y en enero y lo que ocurrió fue que tan solo fue formado Invest 90L, una nomenclatura asignada a las bajas presiones con especial monitorización por su potencial desarrollo.
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