Según la oficina de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el país, cerca de un millón y medio de residentes libaneses y 700 mil refugiados sirios sufren de inseguridad alimentaria.
En un análisis integral, la entidad avizoró un empeoramiento de la situación entre enero y abril del actual año con cifra superior a los dos millones 26 mil ciudadanos en fase de crisis ante la imposibilidad de garantizar comida.
La preocupante realidad de la seguridad alimentaria es el resultado de un profundo colapso económico de tres años debido a la depreciación de la moneda, el levantamiento de los subsidios y el aumento del costo de vida que impiden a las familias acceder a suficientes alimentos y otros productos de primera necesidad.
En este sentido, la representante de la FAO en Líbano, Nora Ourabah Haddad, puntualizó en la urgencia de transformar los sistemas agroalimentarios del país para hacerlos más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.
Un estudio realizado por 55 expertos nacionales en septiembre pasado reveló que el distrito norteño de Akkar tiene el nivel más alto de inseguridad alimentaria aguda entre los residentes libaneses, seguido de Baabda, Baalbek y Trípoli.
Mientras, entre los refugiados sirios, Zahle es el distrito con mayores problemáticas, seguido de Baalbek y Akkar.
A propósito de este panorama, el Coordinador Residente y Humanitario de las Naciones Unidas para Líbano, Imran Riza, subrayó que la nación no puede afrontar las consecuencias de la inseguridad alimentaria y reclamó un mayor apoyo para los agricultores y las empresas.
Por su parte, el titular de Agricultura libanés, Abbas Haj Hassan solicitó ayuda adicional de la comunidad internacional para aliviar las dificultades de las poblaciones vulnerables.
Líbano sortea la peor crisis económica y financiera de su época moderna, en ausencia de un presidente de la República, fragmentación en el Parlamento y bajo un gabinete interino de limitados poderes constitucionales.
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