Las reacciones en suelo libanés acompañan la amplia campaña de condena árabe e islámica después de que las autoridades suecas permitieran a un extremista profanar una copia del texto.
El primer ministro interino, Najib Miqati, calificó de violación flagrante y desvergonzada el acto del dirigente del partido político danés de extrema derecha Hard Line, Rasmus Paludan, de prender fuego a una copia del libro sagrado del islam durante una protesta en Estocolmo contra Türkiye.
A través de un comunicado, el jefe del gabinete libanés consideró tal comportamiento de mucho odio que no logrará el objetivo de insultar la verdadera religión islámica y su esencia.
En esta línea de pensamiento, el titular del Parlamento, Nabih Berri, condenó la repetición de tal profanación de santidades como la de ayer en la medida en que es un asalto a los sentimientos de los musulmanes en el mundo.
Berri puntualizó que la humanidad tiene una gran necesidad de convergencia, diálogo e imitación de las reglas del Sagrado Corán bajo el respeto a la libertad, la justicia y la igualdad.
El ministro de cultura, Muhammad Wissam Al-Murtadha, subrayó que el fuego del odio constituye un miserable intento de despertar la discordia entre musulmanes y cristianos, algo que no logrará.
Al mismo tiempo, la Resistencia islámica libanesa (Hizbulah) responsabilizó al gobierno sueco por este horrible acto y pidió tomar la iniciativa de inmediato para castigar a los perpetradores y trabajar para prevenir la recurrencia de tales crímenes.
Hizbulah llamó a los pueblos islámicos, referentes, organismos e instituciones a denunciar esta gran ofensa y trabajar para formar una opinión pública mundial que evite que tales violaciones vuelvan a ocurrir.
Por su parte, el Gran Mufti de la República Libanesa, Sheikh Abdul Latif Derian, describió este comportamiento como extremismo y un ataque contra el islam y los musulmanes, y en ese sentido advirtió sobre la realización de actos agresivos, satánicos, criminales, inmorales e inhumanos que contradicen la libertad de opinión.
Dirigentes de fuerzas políticas y religiosos repudiaron la profanación del Sagrado Corán y la complacencia de las autoridades suecas en el intento de ofender los símbolos islámicos y provocar a los musulmanes de todo el mundo.
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