México fue en 2010 el primer escenario donde se trazó el rumbo a seguir de este mecanismo de integración, cuya VII Cumbre tiene este martes a Argentina por vez primera como sede de la presidencia pro tempore.
Justo en enero del pasado año, el gobierno del presidente Alberto Fernández asumía la conducción de la Celac con el desafío de trabajar en la unidad dentro de la diversidad, como premisa fundamental.
Su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, le pasó el bastón tras importantes pasos que permitió revitalizarla con gran activismo y compromiso.
En estos 12 últimos meses, no exentos de crisis políticas en varios de los países que la conforman, la Comunidad ha jugado un rol fundamental.
Desde Buenos Aires se ha avanzado en disimiles reuniones que se sucedieron, varias incluso con otras regiones a través del Foro China-Celac, y se ha potenciado el diálogo con la Unión Europea.
Los tiempos han cambiado. Casi un año después, cuando ciertos grupos daban por desterrado este foro y el entonces presidente brasileño, Jair Bolsonaro, mandaba un mensaje de desunión con la decisión de autoexcluirse, el panorama es otro.
Hoy la Celac llega a esta Cumbre mostrándose fortalecida y dejando claro que América Latina y el Caribe es una zona de paz, con la bienvenida a Brasil, ahora bajo el mando de Luiz Inácio Lula da Silva, quien estará presente en la cita.
En estos últimos meses, Argentina ha trabajado con los restantes países de la Celac en 15 ejes concretos de proyección en busca de consolidar la integración en la diversidad.
Con el mandato primordial de buscar consensos y el respeto entre las naciones, la Celac, que aúna a 33 países sin la participación de Estados Unidos y Canadá, ha sido clara que es un espacio de concertación política genuinamente latinoamericano y caribeño.
Lograr la unidad anhelada de los próceres de la Patria Grande y consolidarla en la diversidad es y sigue siendo la principal apuesta.
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