A 107 años de su muerte, amigos de Nicaragua, representantes del cuerpo diplomático acreditado en este país, intelectuales y artistas homenajearon al creador de Azul, considerado el libro inaugural del Modernismo hispanoamericano, y una de las obras más importantes de la lengua española.
En el homenaje en Bogotá, con la presencia de la embajadora de Nicaragua, Milagros Urbina, tuvieron lugar la proyección de los videos Rubén Darío, el Nicaragüense Universal, y Así se transformó la Educación en Nicaragua.
El escritor colombiano Roberto Gil de Mares, premio Internacional de Literatura Rubén Darío (2021), presentó una ponencia magistral donde hizo todo un acercamiento a la destacada figura de las letras nicaragüenses para quien «la poesía era, ante todo, música».
La poetisa Lizha Candelo presentó un recital con poemas de Darío, y el grupo Tierra y Voces también ofreció al publico dos de sus obras musicalizadas.
El Auditorio del Edificio Calle 100 quedó pequeño para el encuentro de los colombianos con el maestro, cuya obra fue tan rica como su vida.
Sus continuos viajes por el mundo le aportaron mucho a Darío, quien desde muy pequeño comenzó sus andanzas por la literatura.
En su Autobiografía publicada por primera vez en el año de 1912, el poeta disfruta al recordar sus aventuras por lugares distantes de su Nicaragua natal.
Cuentan que el autor de Cantos de vida y esperanza, en 1893, de regreso de su primer viaje a España, desembarcó en Cartagena de Indias donde sólo estuvo una tarde que aprovechó al máximo.
Ese día se encontraba el entonces presidente Rafael Núñez quien se emocionó por la visita nicaragüense y le ofreció el puesto de cónsul de Colombia en Buenos Aires.
Fue de esa forma que Darío conoció París y llegó por primera vez a Buenos Aires de cuya estancia como diplomático una vez escribió con fino humor:
«Presenté mi Carta Patente y fue reconocido por el gobierno argentino como Cónsul General de Colombia», recordó.
«Mi puesto no me dio ningún trabajo, pues no había nada que hacer, según me lo manifestara mi antecesor, el señor Samper, dado que no había casi colombianos en Buenos Aires y no existían transacciones ni cambios comerciales entre Colombia y la República Argentina», agregó hilarante el poeta.
La obra de Darío fue tan rica como su vida llena de viajes y exotismo tal como escribió 20 años antes de su muerte ocurrida el 6 de febrero de 1916 cuando dijo que en verdad vivía de poesía y que no era más que un hombre de arte.
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