Esas expulsiones de carbono provenientes de los abonos son responsable del cinco por ciento de las emanaciones de gases de efecto invernadero, aseguraron en un estudio publicado en la revista Nature Food.
Los autores de la investigación descubrieron que dos tercios de los gases producidos por los fertiizantes se generan después de esparcirlos en los campos, y un tercio procede de los procesos de producción.
Aseguraron que esos productos nitrogenados son una fuente importante de emisiones de gases contaminantes, y esta es la primera vez que se cuantifica su contribución global, desde la producción hasta su utilización.
Según el análisis, el estiércol y los abonos sintéticos emiten el equivalente a 2,6 gigatoneladas de carbono al año, más que la aviación y el transporte marítimo mundiales juntos.
Los autores de la investigación reiteraron la urgencia de reducir las expulsiones de carbono de los fertilizantes, a pesar de su peso en la seguridad alimentaria mundial al calcularse que el 48 por ciento de la población global se alimenta de cultivos realizados con abonos sintéticos.
Sin embargo, calcularon que si las soluciones tecnológicas y gubernamentales se aplican a escala, las emisiones de estiércol y fertilizantes sintéticos podrían reducirse un 80 por ciento, hasta una quinta parte de los niveles actuales, sin pérdida de productividad para garantizar la seguridad alimentaria.
Por increíble que parezca, no se conoce cuántos productos químicos se producen en el mundo, dónde acaban, dónde y cómo se acumulan, cuántas emisiones y cuántos residuos generan, explicó el doctor André Cabrera Serrenho, coautor del estudio y miembro del Departamento de Ingeniería de Cambridge.
Para reducir las emisiones, es importante identificar y dar prioridad a las intervenciones para que los fertilizantes sean menos nocivos para el medio ambiente, recomendó Serrenho.
También sugirió la sustitución de algunos de esos productos más nocivos, como la urea por nitrato de amonio, lo cual podría reducir aún más las emisiones, entre un 20 y un 30 por ciento, pero sólo sería beneficioso después de descarbonizar la industria de los fertilizantes.
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