Lula hará el anuncio de la reactivación del plan en el municipio Santo Amaro, región Recôncavo Baiano en el estado de Bahía (nordeste). En la ciudad, se entregarán dos conjuntos de viviendas con un total de 684 apartamentos.
Tales unidades habitacionales en la localidad fueron contratadas inicialmente en 2013 y llegaron a ser casi terminadas.
Sin embargo, estuvieron abandonadas durante algunos años y tuvieron que reformarse.
El programa pasará a incluir la posibilidad de arrendamiento social, adquisición de vivienda urbana usada y opciones para familias en situación de calle.
Se entregarán, de forma simultánea, un total de 2,7 mil unidades habitacionales en nueve municipios en seis estados.
El ministro de la Casa Civil, Rui Costa, participó el sábado en la inspección de los bienes raíces del plan que serán entregados por Lula.
«Aquí en Santo Amaro seguimos esa estrategia para concluir las obras rápidamente y poder entregar pronto las casas a la población. Haremos lo mismo en ciudades de todo el país. Por lo tanto, evitamos la burocracia de tener que contratar a otra empresa para hacer las reparaciones necesarias», precisó Costa.
Según la cartera, la reforma rápida de los inmuebles que estaban abandonados fue fruto de una asociación firmada entre el Gobierno federal y el estado bahiano, algo que el Ejecutivo quiere reproducir en otras localidades.
Mi Casa, Mi Vida fue creado en el segundo gobierno de Lula, con el objetivo de reducir el déficit habitacional en el país.
En 10 años, fueron 5,5 millones de unidades residenciales contratadas y cerca de cuatro millones entregadas.
Desmantelada después del golpe parlamentario judicial contra la expresidenta Dilma Rousseff en 2016 y aún más durante la administración del derrotado mandatario Jair Bolsonaro, la iniciativa tuvo 1,6 millones de viviendas sin terminar, aún contratadas por el anterior Gobierno, y en zonas rurales se registraron unas 27 mil para entregar.
Al menos 281 mil 472 brasileños viven actualmente sin techo (homeless) en el gigante suramericano, cifra que representa un aumento del 38 por ciento en relación con 2019, período pre-pandemia de Covid-19.
De acuerdo con el estimado del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada, el salto resultó de 211 por ciento en una década, pues en 2012 eran 90 mil 480 personas sin hogar.
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